UCO, UDYCO, fiscales y jueces - por Nicolás Guerra Aguiar
UCO, UDYCO, fiscales y jueces - por Nicolás Guerra Aguiar *
Es impacto del martes: agentes de la Guardia Civil (UCO, Unidad Central Operativa) entraron en la sede de la Federación Tinerfeña de Fútbol tras la detención del presidente y secretario. Viene a ser una acción más de la llamada “Operación Soule” que se inició con el apresamiento del presidente de la Española y su hijo. Se les investiga por presunta administración desleal, falsedad documental, corrupción entre particulares y apropiación indebida. La actuación, obviamente, fue ordenada por la Audiencia Nacional (un magistrado) y coordinada con dos fiscalas anticorrupción.
Un mes y algo atrás se abordó en aguas del Atlántico al barco Petra, cuyo transporte de 1200 kilos de coca fue requisado por policías nacionales de UDYCO (Unidad de Drogas y Crimen Organizado) en la “Operación Hachemita”. Miembros de la Central en Madrid y de la correspondiente en Las Palmas actuaron bajo las órdenes de la Audiencia Nacional, obviamente. Es decir, de algún magistrado coordinado con fiscales.
Sin embargo la señora Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, siembra la sospecha de que determinados informes de UCO –presentó documentos que la relacionan con supuestos delitos de cohecho y prevaricación- son “un juicio de valor” potenciado por “motivaciones políticas”. Para UCO, no obstante, su función es exclusivamente informativa: ni acusan ni imputan, pues son los jueces –a cuyas órdenes actúan- quienes tienen la última palabra.
Como desconozco el funcionamiento interno de las tales supuestas dependencias policiales respecto a jueces y fiscales, y sé hasta cierta medida cómo funcionan los poderes
Los fiscales generales del Estado son, pues, una poderosísima arma para decentes actuaciones o restricciones investigadoras (depende del sentido ético) en manos del
Sin embargo en este ininterrumpido y casi diario informativo sobre cohechos, estafas, fraudes, blanqueos, prevaricaciones, malversación de caudales públicos, mordidas, comisiones ilegales, irregularidades en la gestión de los fondos, sobornos, contabilidad B, tarjetas fantasmas, ERE, tramas societarias, amaños de contratos, dinero negro… siempre, o casi siempre, están detrás UCO y UDYCO. Se trata de unidades que, en principio, deben actuar bajo el directo mandato de jueces y fiscales.
¿Absolutamente todas sus actuaciones responden a las exigencias constitucionales, a los más exquisitos pudores éticos y a las más rigurosas normas? La conclusión también es obvia e, incluso, silogística: si el ser humano es imperfecto y ambas organizaciones están formadas por personas, la perfección no existe. Y aquí recuerdo las palabras de “Eduardo”, un miembro de a pie de una de ellas, hace ya casi un año: “Duele intensamente detener a un compañero, se lo juro. Pero no me falla la voz cuando lo esposo y le leo sus derechos”.
Bien es cierto que hay errores, fallos, desajustes, chulerías o intencionadas actuaciones próximas a vacíos (imperdonables). Pero tanto UCO como UDYCO, fiscales y jueces, tienen entre su gente a muchos miembros honrados, profesionales convencidos de su trabajo. Tanto, que ni el propio Partido Popular ha podido -a veces- controlarlos. Y no olvidemos algo muy importante: hablo de un mundo en el cual se manejan millones de euros, veloces ascensos y muy productivas “ventas”.
* En La casa de mi tía por gentileza de Nicolás Guerra Aguiar