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viernes, 19 de abril de 2024 10:24h.

Unidad Popular: Empecemos por el plan B - por Alejandro Floría Cortés

Nuestro sistema educativo tiene su base en la escuela prusiana, que nace al albor del Despotismo Ilustrado (s.XVIII-s.XIX), y que se caracterizaba por una fuerte división de clases, fomentando la disciplina, la obediencia y el régimen autoritario.

Unidad Popular: Empecemos por el plan B - por Alejandro Floría Cortés *

Nuestro sistema educativo tiene su base en la escuela prusiana, que nace al albor del Despotismo Ilustrado (s.XVIII-s.XIX), y que se caracterizaba por una fuerte división de clases, fomentando la disciplina, la obediencia y el régimen autoritario.

Los empresarios industriales de la época (Morgan, Rockefeller, Ford, entre otros...) financiaron ampliamente a través de sus fundaciones la escolarización obligatoria. También acostumbraban a financiar conflictos bélicos, para los que se precisaban soldados y obreros de determinadas cualificaciones.

De este sistema educativo proceden los tests estandarizados, la división por edades, la obligatoriedad de las clases, el sistema de calificaciones, las presiones sobre maestros y niños, los horarios estrictos, el sistema de premios y castigos, el encierro y la separación de la comunidad y el fomento de la estructura vertical,... y otros criterios bastante cuestionables que perviven en pleno s.XXI...

Qué duda cabe de que existe una falsa conciencia, profundamente arraigada, que asume como normal el aislamiento, la competición y la especialización, y el sistema educativo ha tenido mucho que ver, adiestrando en un pensamiento único y lineal, en una aceptación sin condiciones de la pedagogía de un éxito puramente (socio-) económico de la individualidad.

Hemos sido testigos, sin hacer grandes aspavientos, de cómo las personas adquirían el modus operandi (y vivendi) de las corporaciones, elemento distractor en las épocas de exuberancia mientras las corporaciones adquirían los derechos de las personas por medio de la legislación. Los tratados TTIP, CETA TISA, supondrán, sin duda, otro paso más en la aberración...

En estas semanas, en las que la Unidad Popular ha sido uno de los temas del verano, han surgido no pocos debates sobre cómo se debía construir ésta, su componente electoral (que no electoralista), así como el ya sobado apagón de Podemos y su eventual participación en el proceso.

Y dichos debates han dado lugar a otros de mayor calado teórico-práctico, especialmente en lo referente a la lucha de clases, la identificación de las mismas y la conciencia de clase. Porque después del expolio de Grecia ya resulta ineludible cuestionar Europa y el capitalismo, y esto se enfoca difícilmente si no es desde una perspectiva rupturista y de clase,vistas las ofertas electorales hasta la fecha.

En este ámbito, sin embargo, han surgido preguntas tan sorprendentes como necesarias, como el cuestionarse qué es la clase trabajadora, hoy en día, en el hemisferio occidental. Y esto no es baladí precisamente por plantearse en el ámbito al que nos referimos. Y ha habido más.

¿Ha resultado la conciencia de clase en sí (conciencia de formar parte de un grupo diferenciado de la sociedad, con una posición determinada en la estructura de la misma, y con unas prácticas y experiencias de vidas hasta cierto punto compartidas) tan auto limitante y distorsionada como consecuencia del miedo, la apatía y la resignación introducidas por la educación, los medios de masas, las políticas de los gobiernos,... que no ha sabido evolucionar en la conciencia de clase para sí(Identidad de clase, oposición de clase, totalidad de clase y concepción alternativa de la sociedad)? [1]

¿Sigue siendo factible, entonces, la extensión de la ideología de liberación de la clase trabajadora al conjunto de clases y sectores sociales oprimidos, esto es, la hegemonía que plantea Gramsci, como contraposición a la hegemonía ejercida por el sistema capitalista? ¿O acaso ha sufrido el tejido productivo una transformación tal que la clase trabajadora ha perdido su posición de privilegio para pugnar por la construcción de un sistema diferente?

¿Acaso podemos obviar las consecuencias que, en este sentido, tuvo el desmantelamiento del sector primario, así como no pocos elementos significativos del sector secundario, como tributo de la entrada de España en la Europa de los mercaderes?. ¿Qué consecuencias tiene, pues, por extensión, habernos convertido en un país con una economía basada en el sector servicios de un relativamente bajo valor añadido? ¿No se ha adaptado incluso, tristemente, nuestro sistema educativo a esta realidad, creando mano de obra en consonancia a los requerimientos de esta economía?

¿Qué responsabilidad, papel o influencia tendrían partidos políticos y sindicatos en este sentido?. ¿Qué trabajo no sólo de pedagogía sino de auténtica reconstrucción es requerido entonces?.

Porque visto lo visto, es preciso primero romper con una serie de creencias antes de estar en disposición de abordar y discutir conceptos que resultan ser diametralmente opuestos y cuya aproximación a los mismos debe ser discursiva, libre y crítica,en definitiva, todo lo que no es un adoctrinamiento

Lo que requiere de un gran trabajo. De hecho, Ricardo Chirinos (2013) refiere en un interesante artículo [2] que “[...] se llega al nivel más alto en el desarrollo de este tipo de conciencia para sí cuando ésta implica una concepción del conflicto de clase, es decir, cuando se reconoce la oposición irreconciliable de los intereses de la propia clase con los intereses de la clase dominante.

Esto exige, ciertamente, un discurso y un programa de acción común, producto de:   

1.                  La percepción del carácter ilegítimo del orden socioeconómico existente.

2.                  El reconocimiento de la posibilidad de una reorganización de conjunto de ese orden.

3.                  La creencia en que tal reorganización puede ser llevada a cabo por la acción de clase. [3] [...]”

En pleno mes de Agosto y a cuatro meses de las elecciones generales se hace preciso elegir una posición en el proceso de Unidad Popular, siendo clara la diferencia entre esta y la mera componente electoral de la misma. Del mismo modo que no se puede obviar el coste de oportunidad de recibir legislación en contra, será necesario ir ganando batallas, cuanto antes, en el ámbito político, cultural y económico, que erosionen la hegemonía ideológica del actual sistema y levanten una contra-hegemonía que cree una coyuntura favorable para una transformación tan profunda como sostenible y real. De otro modo, simplemente, no se dará.

¿Qué posibilidades daría a la Unidad Popular Electoral la presentación de un programa participativo y rupturista que contemple pasar directamente a la acción con el plan B? Esto quiere decir que no basta con una lista de mínimos. Para hacer pedagogía hace falta una hoja de ruta, y hay que hacerla pública y colaborativa, y requiere de especialistas y de mucho trabajo.

Vayan definiendo sus posiciones.

[1] Mann, Michael (1963). Connsciousness and action among the Western Working Class,Londres, Mcmillan Press. En: López Aranguren, Eduardo. Paro y conciencia de clase. Revista española de investigaciones sociológicas, N° 44, p. 53.

[2] Conciencia de clase en sí y conciencia de clase para sí (Ricardo Chirinos Bossio)http://www.aporrea.org/ideologia/a176498.html

[3] Giddens, Anthonny (1965). The class estructure of the Advanced Societies. (ed., orig.,1973). New York: Harper and Row. En: López Aranguren, Eduardo. Paro y conciencia de clase. Revista española de investigaciones sociológicas, N° 44, p. 55.

* En La casa de mi tía por gentileza de Alejandro Floría Cortés