Bastante gente en IU, y no solo Cayo Lara, tiene la sensación de que Alberto no está jugando sus cartas –sus buenas cartas– con la astucia que requiere la ocasión, de que se comporta como si únicamente tuviera dos tristes diputados y no lo que verdaderamente tiene, que son dos diputados y casi un millón de votos. Un millón de votos, además, muy fieles a Izquierda Unida: un millón de votos que pueden ser muchos más votos en unas nuevas elecciones si Garzón juega sus cartas con el maquiavelismo que se espera y que es imprescindible en un líder. Y un millón de votos que pueden menguar mucho si Garzón insiste en conducirse como si Podemos no le estuviera robando la cartera y en actuar como si él fuera San Alberto y enfrente tuviera a San Pablo.

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