Documento videográfico clave: Biden sabía desde 1997 que la expansión hacia el este provocaría una respuesta rusa contundente - por Manuel Medina
Documento videográfico clave: Biden sabía desde 1997 que la expansión hacia el este provocaría una respuesta rusa contundente - por Manuel Medina
Las razones que explican la prepotencia de la OTAN frente a una Unión Soviética que estaba vendiéndose a precio de saldo.
Ya no se trata de una mera conjetura más o menos acertada. Es un revelador documento videográfico correspondiente al año 1997, en el que Joe Biden entonces senador por Delaware reconoce el impacto que puede provocar la expansión de la OTAN hacia el Este. Nuestro colaborador Manuel Medina realiza en este artículo una reflexión política acerca de la actitud deliberadamente provocadora de Biden, así como de las circunstancias políticas que se daban en la URSS de 1990, que "facilitaron" que la poderosa Unión Soviética se rindiera sin resistencia ante los políticos occidentales.
No le quepa la menor duda al lector. En los días que vivimos, en los que algunos se permiten exhibir la desmemoria como una supuesta virtud, personalmente sostengo que las hemerotecas, o sea, esa suerte de disco duro de la historia contemporánea, es una auténtica fuente de sabiduría. Y los datos que ooy reproducir en este artículo así lo corroboran.
Resulta que el actual primer mandatario de los EE.UU., Joe Biden, reconoció hace 25 años, exactamente en 1997, que los movimientos expansionistas de la OTAN hacia el Este, en dirección a los Estados bálticos, terminarían causando una conmoción política en Rusia, lo que - según él- podría “inclinar peligrosamente la balanza” y dar como resultado una “reacción enérgica y hostil” por parte de Rusia.
En estos comentarios formulados por Biden en 1997, - de los que agregamos aquí un documento videográfico de trascendental importancia- el hoy presidente de los Estados Unidos admitió que Washington era perfectamente consciente de que su política de acercamiento de la OTAN hasta las fronteras mismas de Rusia, podría obligar a ese país a responder con la fuerza en un movimiento claramente defensivo, como finalmente terminó sucediendo el pasado mes de febrero, con la invasión de Ucrania.
Biden realizó estos comentarios el 18 de junio de 1997, en una reunión del Consejo Atlántico. En el momento en el que se celebró el cónclave aludido, la República Checa, Hungría y Polonia estaban buscando activamente unirse a la OTAN. Algo que terminarían haciendo en 1999.
Las reflexiones de Biden en la reunión citada no pretendían, ni mucho menos, como se podría llegar a pensar, instar a la Administración estadounidense a renunciar a la ejecucion de esa ampliación militar claramente expansionista. Todo lo contrario. Por aquel entonces, Joe Biden era senador y representaba a Delaware. En aquel encuentro, el hoy presidente tuvo el cuajo de saludar con entusiasmo la iniciativa expansionista de la Alianza Atlántica, criticando duramente a sus colegas legisladores a los que todavía les asustaban aquellos peligrosos pasos que se estaban dando.
Según consta en las Agendas de la época, Biden pidió con mucha convicción a la Alianza Atlántica que no se detuviera, que continuara ampliando el espectro de su crecimiento hacia la Europa del Este, aunque también admitiera que aquellos otánicos movimientos expansionistas que él sugeria podrían provocar una “reacción hostil” por parte del Kremlin.
“Opino -dijo el hoy precozmente senil presidente de los Estados Unidos- que la admisión de los Estados Balticos en la OTAN provocarian un gran impacto en Rusia ".
En los momentos en los que Biden hizo estos comentarios era el miembro de mayor rango en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. En aquella evocadora reunión, Biden había sido presentado ante los concurrentes nada menos que por James Woolsey, un ex director de la CIA que figuraba como jefe del Consejo Atlántico. El jefe de los espías Woolsey se permitió también presentar a Biden ante la concurrencia como “uno de los senadores más importantes… tanto en el ámbito judicial como en el de la política exterior”.
Cuando, finalmente, el Senado terminó aprobando la expansión de la OTAN, en el año 1998, George Kennan, el cerebro calculador que diseñó durante la Guerra Fría el acoso y derribo de la antigua URSS, se vio obligado a reconocer después en las páginas del New York Times, con palabras que hoy podríamos estimar como proféticas, lo siguiente:
KENAN
"Creo que este es el comienzo de una nueva Guerra Fría. En mi opinión, los rusos reaccionarán gradualmente de manera bastante adversa y eso afectará a sus políticas. Creo que se trata de un trágico error por nuestra parte. No había ninguna razón para esto, en absoluto. Nadie estaba amenazando a nadie. Por otra parte, no disponemos ni de los recursos, ni tampoco de la intención de hacerlo de forma seria. La expansión de la OTAN ha sido simplemente una pirueta alegre por parte de un Senado, que carece de interés en los Asuntos Exteriores".
Sin embargo, las advertencias en contra no concluyeron con el acreditado testimonio de George Kennan, un hombre que siempre se había asemejado más a un témpano que a un ser humano. En un cable clasificado del Departamento de Estado de los EEUU, capturado y publicado por Wikileaks, el que fuera ex embajador estadounidense en Rusia, William Burns, se permitió advertir que:
"la expansión de la OTAN hacia Ucrania cruzaría las "líneas rojas" de seguridad trazadas por Moscú, y que tal decisión podría dividir al país en dos, llevándolo a la guerra civil, y obligando a Rusia a decidir si intervenir o no".
Por una de esas paradojas del destino, el que pronunciaba este prudente mensaje es hoy director de la CIA con el gobierno de Joe Biden.
Conviene, igualmente, refrescar la memoria de quienes se interesan por estos asuntos, recordando que en el año 1990 representantes políticos de los Estados Unidos, Reino Unido y Alemania prometieron a los altos funcionarios del entonces gobierno de la URSS, que la OTAN, bajo ninguna circunstancia ni condición, se expandiría hacia el Este después de que se lograra la unificación alemana.
Aunque aquel tácito acuerdo no estuvo acompañad por la firma de ningún documento explícito en el que los países citados se comprometieran a no expandir la OTAN hacia el Este, en numerosos documentos de los gobiernos occidentales constan de forma fehaciente esas promesas.
No deja de resultar insólito que los funcionarios soviéticos de entonces - Gorbachov y Boris Yeltsin, entre ellos- no instaran a sus colegas occidentales a la firma de un documento en toda regla, en el que figuraran claramente esas condiciones. La verdad es que existían, sin embargo, razones más que suficientes para que pudiera producirse un "descuido" de tal envergadura. Los dirigentes soviéticos de principios de los 90 - uno de cuyos alumnos más aventajados terminó siendo el actual presidente Vladimir Putin- estaban intensamente atareados en proceder al gigantesco desmantelamiento y privatización del aparato industrial y productivo de la que por entonces era segunda potencia económica mundial. Un patrimonio colectivo, por cierto, que había sido laboriosamente construido por el pueblo soviético a lo largo de décadas de esfuerzos, guerras y tragedias humanas, y que terminaría en manos de una cleptómana burocracia, reconvertida posteriormente en oligarquía, que logró hacerse con los resortes claves del aparato del Estado y, que aún hoy continúa gobernando en la Rusia capitalista de nuestros días.
VÍDEO: (UTILIZAR LOS SUBTITULOS TRADUCTORES DE YOUTUBE)
* Gracias a Manuel Medina. En La casa de mi tía con autorización expresa de CANARIAS-SEMANAL
