Muy poca, insignificante, atención han prestado las prensas española y canaria, al 60º aniversario de la muerte de uno de los más importantes tipos de la Historia, con mayúscula, del estado español y de Canarias. Antonio Aguado nos recuerda que un 12 de noviembre hace diez décadas, moría Juan Negrín, el canario insigne del PSOE que podría haber salvado a la República, si no se hubiera entrometido la traición de última hora de otra gente del PSOE, vil, como Casado; o equivocada, aturdida por la enfermedad y la desesperación, como Besteiro. El ejército popular tenía posibilidad de cumplir la estrategia de resistencia de Juan Negrín y aguantar hasta el inevitable y previsible estallido de la guerra en Europa. Sin la traición de Casado a Negrín, se caerían las excusas de las llamadas democracias para apoyar la felonía franquista. Una traición interna en el PSOE que, salvadas las distancias históricas, tiene el mismo aroma que otras más recientes traiciones a los ideales democráticos del venerable partido. En 1939, la rendición fue al franquismo sanguinario; en 2016, la sumisión abre el paso a la continuidad del neoliberalismo asesino.