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jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

La Historia es nuestra. El Salmo, del poeta - por Nicolás Guerra Aguiar

 Lo comentó mi exalumno Javier Durán cuando salímos de la presentación de un ensayo en la Feria del Libro: desde 2010, los Gobiernos españoles han bloqueado de tal manera los archivos militares y diplomáticos que en estos momentos es imposible investigar en torno a documentos ¡de hace setenta y tantos años!, de cuando los submarinos alemanes de Hitler repostaban en puertos canarios, por ejemplo.

La Historia es nuestra. El Salmo, del poeta - por Nicolás Guerra Aguiar

 

  Lo comentó mi exalumno Javier Durán cuando salímos de la presentación de un ensayo en la Feria del Libro: desde 2010, los Gobiernos españoles han bloqueado de tal manera los archivos militares y diplomáticos que en estos momentos es imposible investigar en torno a documentos ¡de hace setenta y tantos años!, de cuando los submarinos alemanes de Hitler repostaban en puertos canarios, por ejemplo.

  Si usted, estimado lector, tiene curiosidad histórica y desea saber qué fue aquello de la oficialmente pregonada “neutralidad franquista” en la II Guerra Mundial, o cómo se desarrollaron las relaciones diplomáticas entre el Tercer Reich y el Régimen “Nacional-sindicalista, totalitario, autoritario, unitario, ético, misional e imperialista” que la Iglesia católica española paseaba bajo palio como si del Santísimo del Corpus Christi se tratara, ármese de paciencia y revuelva los legajos del U. S. State Deparment, Departamento de Estado de los EE UU de América. En ellos encontrará mucha información, sobre todo documentos enviados por Madrid a Berlín entre 1939 y 1945 como, por ejemplo, la carta del general Franco a Hitler en la que hace hincapié de “mi fé en el triunfo de su Causa”: el general español está “por completo a su lado”.

  Pero no lo intente ahora en España, estimado lector, en cuanto que el actual Gobierno sigue los pasos que inició  en 2010 el anterior del PSOE: es materia reservada todo aquello que hoy solo podría ser analizado desde la imparcialidad y el desapasionamiento puesto que ni sus protagonistas están vivos ni el Gobierno alemán es continuación, proyección o alargamiento del Nacionalsocialismo de aquella convulsa época, años treinta y cuarenta del siglo pasado. Porque, salvo error u omisión, los regímenes español y alemán que fundamentaron sus ideologías en doctrinas fascistas y nazis nada tienen que ver con los actuales gobiernos aparentemente democráticos de las dos naciones. Ni, muchísimo menos, las esencias políticas que definen a España –inclusivamente a la España oficial- se relacionan con el régimen autoritario  de la dictadura, aquel que elevaba a los vientos en 1941 la victoria del nazismo: ”La democracia y el liberalismo son expresiones trasnochadas. El triunfo del nazismo es algo evidente para todos. Los aliados han perdido la guerra”.

  Y la verdad es que no entiendo el empeño en tal secuestro, puesto que esconder a la investigación histórica la documentación en torno a los acontecimientos de hace setenta y tantos años solo puede tener una explicación (hay otra que me reservo): quizás en su magnanimidad, deseo de paz social y ausencia de rencores, los Gobiernos correspondientes consideran aquello de que “Muerto el perro, se acabó la rabia”. O lo que es lo mismo, ¿para qué impactar las virginales mentes de nuestros alumnos con relaciones incluso hasta sangrientas de acontecimientos pasados? ¿Para qué necesitan los estudiantes de Bachillerato, por ejemplo, entrar en páginas tan poco emotivas, tan poco racionales si, a fin de cuentas, lo hecho, hecho está? Con todo lo que queda por saber de la batalla de las Navas de Tolosa, del juramento de Santa Gadea, del Duelo que fizo la Virgen  y de algunos milagros de Nuestra Señora, ¿para qué sacar apellidos de abuelos -e incluso bisabuelos- de próceres de la Patria, hoy defensores de las esencias democráticas?

  ¿Por qué no aprovechan los investigadores canarios y estudian las provechosas estancias de don Colón en la Gran Canaria –primer choni en Maspalomas-, y de cuya presencia permanece enhiesto como testimonio al paso de casi sesenta años el palacete a quien el Descubridor le da nombre en el muy nobilísimo barrio de Vegueta? Los doctores Díaz Benítez y Ponce Marrero, ambos dos investigadores de la Universidad de Las Palmas y estudiosos de aspectos relacionados con Canarias, ya en los efectos que sobre ella tuvo la política exterior española o los intereses de potencias extranjeras en nuestras ínsulas, respectivamente, ¿para qué quieren revolver tales documentos si, por ejemplo, nada se ha estudiado sobre la influencia del perenquel, perinquén  o perenquén en las delimitaciones políticas de las tierras canarias?

   Sin embargo… la razón vuelve a incordiar al pensamiento: ¿por qué el empeño en ocultar tales documentos? ¿Qué tienen estos que deben ser encerrados en cajas de plomo para que sus palabras no lleguen a los investigadores? ¿Qué dicen, de quiénes? ¿De generales, gobernadores civiles, almirantes, diplomáticos, cargos eclesiales, falangistas, empresarios, sindicalistas de la verticalidad, Tribunales Supremos, consejo de guerra, campos de exterminio, fusilamientos, desapariciones… todos, todos, de hace setenta años? ¿Qué tienen que ver con tales acontecimientos el Gobierno pasado del señor Zapatero y el actual? Desde el señor Rajoy hasta el más joven de los directores provinciales de cualquier ministerio, ninguno, absolutamente ninguno, ni tan siquiera estaba programado para que fuera criatura. Por tanto, si no afectan a personas vivas, ¿será a pensamientos? ¿A ideologías? ¡Pero si los Guerrilleros de Cristo Rey, los de Fuerza Nueva, los de Falange Española, los ultraortodoxos fascistas ya son historia muy vieja, añeja (¿o no?).

  Quizás, acaso, tal vez… lo que intentan es salvaguardar el buen nombre de Instituciones civiles, militares  y religiosas del Estado, aquellas que fueron el poder omnímodo y dictatorial, las que se rindieron al dictador y cerraron sus ojos cuando aquel firmaba sentencias de muerte, garrote vil, fusilamientos, o perseguía y destruía en las cárceles a sospechosos de demócratas, a enemigos personales, a vecinos que incordiaban. Pero tampoco. Las Instituciones no son tales, no existen sin las personas. Y estas, ya lo dije, están muertas. ¿Entonces?

  A mí me negaron el acceso a las actas de los consejos de guerra a Salvador Sagaseta, Pedro Lezcano, Juan Hernández Rodríguez. Sin embargo, gracias a don Lorenzo Olarte, don Manuel Morales, don Hipólito Fernández, a cronistas de la prensa y la hemeroteca del Museo Canario pude rehacerlos y contarlos. Y de aquello solo hace cuarenta y cinco años. Pero hoy no quedan testigos de los años cuarenta. ¿Entonces? ¿Qué ocultan, qué hay en los documentos que tanto psocialistas como ppopulares los encierran en las sombras?

También en:

http://www.teldeactualidad.com/articulo/opinion/2013/06/11/8694.html

http://www.infonortedigital.com/portada/component/content/article/23100-la-historia-es-nuestra-el-salmo-del-poeta

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=303360