En LA ISLA QUE ME HABITA, José Manuel Hernández presenta esta poéticamente ácida nota de denuncia de la hipocresía social practicada por quienes muestran disposición para la caridad, siempre y cuando se mantenga el orden de las estructuras. Gente rica y gente pobre, como dicen que manda su Dios y como no dudan en defender por la fuerza que les otorga su podeer económico.
O dicho de otra manera, esa casta que derrama caridad de lo que le sobra, pero nunca compartirá nada.