En PÚBLICO, Eduardo Bayona recuerda algo que nunca debió ser olvidado. Pero que parece que sí se olvida. Al menos, lo digo yo, Chema Tante, eso parece, vista la pasividad de un Gobierno que se dice Progresista ante la banca estafadora. La banca, que se pasa el tiempo llorando por la supuesta pérdida de negocio se ha dedicado a esquilmar a la población de este reino de Felipe el último, con la complicidad de los gobiernos neoliberales y con la indiferencia ahora de una coalición entre un partido que se dice socialista y otros que vienen con la fuerza de la calle y en los que hay gente que se dice comunista. Pero un  gobierno que no se atreve a tocar con una pluma a una de las culpables más estruendosas de esta situación catastrófica en lo social. Ni una sola reacción se ha escuchado de este gobierno ante el definitivo diagnóstico que ha emitido el relator Alston de Naciones Unidas, para la Pobreza. Y una buena reacción sería salir al paso de las fechorías que perpetra la banca estafadora. Y una buena manera de empezar a demostrar la independencia frente a Botín y sus compinches, sería recuperar la banca pública. Le gusta a Calviño y M Montero o no. Rajoy, ya la hizo. Pero Sánchez e Iglesias tienen ahora el deber de recomponer el desstre y empezqr a proteger a la gente desamparada.

El Prestige pudo acabar en Canarias tras el accidente que sufrió el petrolero frente al litoral gallego en noviembre de 2002 y que afectó a más de 1.700 kilómetros de costa, desde Portugal a Francia. Ésa fue una de las opciones que se barajaron desde el Gobierno metropolitano español durante una si no mayor catástrofe ecológica, según aseguró María José Rodríguez Docampo, la abogada de la naviera Mare Shipping, propietaria del buque: "Si el barco estaba en condiciones de llegar a Canarias, como se pretendió en algún momento, también podía llegar a Corcubión".