La casa de mi tía
El sagrado principio de la división de poderes sobre el que se basa el estado de derecho queda pubverizado en esta supuesta democracia heredada del franquismo. Por una parte, el alocado sistema electoral y el acuerdo entre los partidos hegemónicos para taparse y permitirse recíprocamente los chanchullos económicos coloca en el poder ejecutivo a los mismos que controlan sucesivamente el poder legislativo. Para redondear la trapisonda, esos mismos partidos controlan el poder judicial, tanto en sus órganos de dirección como en la atribución de recursos. Sin embargo, el poder judicial, única esperanza que tenemos los pueblos del estado español de recuperar la democracia pérdida en el trágico epdisodio del 36-39, se resiste y son multitud los y las jueces y fiscales que se empeñan en aplicar la ley interpretándola en el menor sentido democrático. Esto, el sistema no lo puede permitir. Y aquí tenemos el proyecto de reforma judicial que adelanta el partido llamado popular por la mano del angel exterminador de la democracia, el fanático Ruiz Gallardón. Es lo que dicen en EL DIARIO "Los jueces progresistas acusan a Gallardón de intentar militarizar la Justicia"