Desde su exilio en Trumpolandia, (mallimpiaditos profesionaes canarios, por esos mares pa'fuera) Álvaro Santa Acuña se mantiene siempre pendiente de las cosas de Canarias y en vilo, por los destrozos de nuestro patrimonio. Aquí señala y comenta la información aparecida en LA OPINIÓN. Un estropicio más perpetrado, en nombre del supuesto desarrollo y de la inversión, que se queda en nada. Eso sí, después de que se hayan producido los  correspondientes beneficios. Ahí queda la fachada del edificio histórico, tras haber pulverizado su contenido arquitectónico, en un sublime símbolo de lo que es el gobierno de la coalición empresaria, Pura fachada externa, desborrifamiento en el interior.