Quienes sufrimos las hieles de la educación clerical sabemos que una peculiaridad de los meapilas es el hiriente ridiculización de su víctima. Curas y monjas ostentasn singular maestría en poner en la picota, riéndose pérfidamente de quién tenga la desgracia de ponerse a tiro y merezca castigo. Recuerden aquello del sanbenito de la Santa Inquisición. En esa tradición hay que entender aquello de los presupuestos sociales de Montoro y eso que acaba de decir la devota del rocíoa, Fátima Báñez (¿ya sabe la españolísima que la advocación de su nombre es extranjera e, más allá todavía, árabe? ¡qué atrocidad!):   "Pedimos menos esfuerzos a los más vulnerables"