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Flaca es la memoria social. . Ya se evaporaron todos los sentimientos de agradecimiento hacia la gente que dio la cara, la salud, y hasta la vida, para enfrentar la enfermedad y abastecer a las personas. En realidad, se han esfumado todas las buenas intenciones inspiradas por el espanto y el quebranto de la pandemia. En cuanto se ha atenuado -que no desaparecido ni mucho menos- la enfermedad colectiva, en cuanto se han aliviado -en opinión mía, de Chema Tante, de manera temeraria- las restricciones de la vida cotidiana, ya la gente no aplaude, ya la administración pública y las empresas vuelven a crujir a las trabajadoras y los trabajadores. El caso de María y de Miguel que cuenta Jesús Cintora en esta crónica en EL DIARIO no es, ya lo dice el propio Cintora, en absoluto anecdótica ni excepcional., Es lo que está pasando, mucho más rápido de lo que hasta mentes escépticas como la mía podían sospechar. Esya es la vuelta a la funesta normalidad. Se retoman los abusos a la gente trabajadora, el abandono a las personas con problemas, y gobiernos y empresas pretenden que nada ha cambiado, que la covid-19 fue un mal trago, sin causas ni consecuencias. Y que todo sigue igual. Pero más dura será la caída. El drama es que esa caída la sufriremos, otra vez, la gente de abajo.