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Antonio Aguado destaca en PÚBLICO este desanimador artículo de Fernando López Agudín. La cosa va de esa realidad, tantas veces desagradablemente comprobada de que en este estado de derecha las acciones corruptas no tienen efecto negativo para los delincuentes. Mil y una causas en los tribunales, más los tantísimos casos que no se persiguen, pero se conocen, pero los partidos corruptos y sus integrantes siguen recibiendo fuertes apoyos electorales. Por cierto que López Agudín añade otra reflexión que ha sido poco considerada en este asunto. Se trata de como los conspicuos neoliberales, ardientes defensores del libre nercado y de las bondades de la competencia, no tienen n ingún escrúpulo en adoptar estas prácticas distorsionadoras de sus creencias. Porque, con la corrupción, no medra quien compite con lealtad, sino el más habil -y con más fuerza económica- para comprar voluntades.