Una idea surge desde el principio de la lectura de este artículo de Eduardo Bayona que señala en EL DIARIO el coherente veterano militante socialista Antonio Aguado. Y esa idea es "me suena familiar todo esto". Un deja vu inaguantable. Pero bueno es siempre confirmarlo. Las grandes empresas de este estado español son unas estafadoras fiscales. En el más alto grado que pueda imaginarse. Si, encima, tenemos en cuenta el ya de por sí condescendiente sistema fiscal des este reino de Felipe el último, es fácil hacerse una idea de cómo mejoraría la desastrosa situación social si todas estas empresas pagaran los impuestos que les corresponden. Ahora nos enteramos de que crece el número de empresas que se guarecen en las islas Tortuga de los bUcaneros fiscales. Pero no es que antes fueran menos. Es que ha aumentado el número que el ECOFIN declara como estas guaridas fiscales. Ojo. Que ya lo eran. Lo único que ha cambiado es la declaración de ECOFIN
Ácido humor con el que organ describe la ruindad de una gente que se define como celosa del cumplimiento de una Constitución de la que solamente concede importancia a los artículos ue les interesa, pero ignora los que convienen al pueblo
¿Respeto a qué legalidad? ¿la que concede la impunidad a su cuñado, a su hermana y demás horda saqueadora, permitiéndoles partirse de risa sin pagar sus culpas? ¿Respeto a qué Estatut? ¿el aprobado y refrendado democráticamente, legalmente, por el pueblo catalán, pero “cepillado” por un Tribunal Constitucional al servicio y al dictado del poder centralista español?
Aunque hay gente que muestra cansancio "hastío", dicen, por el tema del follón catalán, yo Chema Tante, estoy convencido de que hay que hablar y escribir; leer y escuchar todo lo que se pueda, de todos los lados. Porque está claro que el principal problema de este asunto, como es costumbre en este estado de derecha, es la ignorancia supina de la realidad. En el resto del estado no se sabe que la crispación no reina en Cataluña, que lo que la gente quiere es votar. Votar, nada más y nada menos. De esto trata el estupenfo artículo que señala Julián Ayala en LA MAREA y que firma Antonio Maestre. Y de la rabia cerril que ha despertado en este estado eso de que se quiera votar. Es que la gente no está acostumbrada.
Aseguran que trabajan por tres personas y que es el usuario el que sufre las consecuencias