Sea aquí, en Venezuela o en Pekín, sin transparencia no hay democracia. Las instituciones, todas, deben ser como un fino cristal, donde los ciudadanos vean a través del mismo lo que en ellas se cuece. Tenemos derecho a ello, puesto que de nuestros bolsillos se nutren. Sin embargo no es así; la democracia que creemos tener es pura parodia.