Martha Golfín en DIARIO 16 trata de la manera impune con que opera la banca española, atropellando derechos de sus clientes. Lo señala y comenta el coherente veterano militante socialista Antonio Aguado. Yo, Chema Tante, añado que no hay día en que no se sepa de una nueva barbaridad de las que comete la banca española. Impone comisiones, retrasa abonos, incumple las normas hipotecarias, abusa de su personal, busca todas las maneras para evadir y eludir impuestos, falta a la ética bancaria y comercial, con la mayor impunidad. Y, en las escasas ocasiones en que la magnitud de la fechoría obliga a intervenir, se le imponen sanciones ridículas, que no se corresponden con la magnitud del daño causado ni del beneficio que han obtenido

Bueno. Es un gesto. Esto que hace Marcelo Rebelo de Sousa, según nos cuenta la información servida por EFE y difundida  por PÚBLICO, es una encomiable acción, sobre todo habida cuenta de que el hombre, aunque su partido sea llamado Social Demócrata, es más bien derechoso. Fue gobernador colonial y ministro con Salazar, nada menos. Pero, insisto, es un buen antecedente. Pero hay que decir también que es un gestillo un poco para la galería, porque se limita a hablar y a ver si enternece al duro corazón bancario. Difícil, lo veo. De Sousa haría todavía mejor, si aplicara una gestión política.

Jorge Otero Maldonado entrevista en PÚBLICO a Francisco Louça a cuento del libro Sombras. El desorden financiero en la era de la globalización, que él, Louça ha publicado con Michael Ash. Ambos economistas denuncian las malas mañas de los bancos. La banca internacional, no contenta con la libertad de acción que le otorga el neoliberalismo se reviste con otras formas societarias para perpetrar otras fechorías, cuando entiende que su imagen puede resultar perjudicada. Pero, como dicen Louça y Ash son los mismos. Los mismos delincuentes, agrego yo, Chema Tante. Pero la conclusión es tan terrible como obvi: esta degeneración de la vida financiera que han permitido las prédicas neoliberales, deriva hacia la desaparición de la democracia. Es que es el fascismo del siglo XXI, sigo agregando yo. Y hay que señalar muy singularmente este fençómeno a que se refiere Louça: Nunca el capitalismo, siempre poderoso, ha tenido tanto poder como ahora. Las maniobras de especulación financiera ha represado en las arcas de las oligarquías tremendas cantidades de dinero artificial, que no representan riqueza alguna, pero sí otorgan poder. Es un formidable problema. Y un inciso más, esta vez, en defensa del alza de la carga impositiva a las rentas altas, fortunas y empresas. En tanto que  la gente normal, todo el dinero que le llega lo destina al consumo o, como mucho,  un ahorro discreto, la gente rica, contra lo que dice el neoliberalismo, deriva la mayor parte del dinero que le sobra, que es mucho, a la nociva especulación financiera.

La entrevista de Maldonado a Louça en PÚBLICO la recomienda Domingo Méndez 

Íñigo de Barrón, desde EL PAÍS, trata el tema del rescate a la banca, apoyándose en declaraciones de Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia. En mi opinión mia, Chema Tante, tanto Barrón como el catedrático Maudos se quedan un tanto suaves. Lo del rescate bancario, de Bankia y todas las demás entidades, fue un atraco en toda regla a los recursos públicos. El agujero financiero que hubo que tapar no se evaporó, sino que se fue directamente a las arcas de las constructoras, de las promotoras y de los ejecutivos bancarios, por no hablar de los pellizcos que se llevaron las y los de la política. se dinero que hubo que poner, y que en su día se dijo que era recuperable (Goirigolzarri, de Bankia, se carcajeaba entonces de eso) era y es dinero público. Por tanto, todos esos bancos y entidades que recibieron el rescate, son en la práctica, del sector público. Y el gobierno progresista debería efectuar, de la manera legal que convenga su nacionalización, para constituir la banca pública que este reino de Felipe el último necesita. Lo que ocurrió, no fue una mal agestión, sino fraude y corrupción, como resultado del desastroso control oficial y la ausencia de una banca pública reguladora.

Segunda parte del texto de Alberto Fraguas en PÚBLICO, que versa sobre la actitud de las grandes empresas ante el desastre climático, del cuál son en grandísima parte, culpables. tanto son culpables, tanto son conscientes de ello y tanto son insensibles al problema, que intentan lavar su imagen, pero de la manera más abyectamente falsa que se pueda imaguinar, como nos relata fraguas.