Clemente Álvarez cuenta en EL PAÍS los desmanes urbanísticos conejeros. Lo recomienda Federico Aguilera Klink y yo, Chema Tante, lo comento
Aquí, David Lozano, en artículo que señala en PERIODISTA DIGITAL el economista venezolano Carlos García, pretende descalificar al gobierno con ese apelativo de "social-comunista" que tanto está utilizando últimamente el neofascismo en este reino de Felipe el último. No se enteran, primero, de que eso es verdad, porque en ese gobierno están presentes el socialismo y el comunismo, que ganaron las elecciones; pero tampoco se enteran de que ese apelativo es un honor, porque significa que ese gobierno quiere estar al lado de la gente, no al lado de los poderosos.
Estoy convencido de que a mi querido Walter C. Medina no le molestará la puntualización que hago, rememorando a Bolívar "Españoles y canarios...", pero la verdad es que en el flujo de población hacia el oeste, la proporción canaria, lo que se llamó "el tributo de la sangre" fue sustantiva. Pero, yendo a lo que importa. Lo que parece que olvida mucha gente de estas sociedades que quedan en el imperio español es que hubo mucho tiempo, muchos siglos en que quienes se quedaban en el camino de la esperanza, de la búsqueda de la mejor vida o, simplemente, de la vida, eran de esta parte del Atlántico. Mucha gente muerta en el camino -entonces no había manera de fotografiar la tragedia fatal, tanto sufrimiento a la llegada. Pero también, tanta solidaridad, tanto cariño recibido. Esa solidaridad, ese cariño, que ahora Europa y el estado español le regatean las y los migrantes.Esas hordas malvadas que predican el odio al migrante y esas mentes bobáticas que se tragan sus mentiras deberían pensar en esto que reflexiona Walter C. Medina desde NUEVA TRIBUNA, Aquellas muertes, aquellos sufrimientos, no minimizan ni mucho menos justifican las muertes y los sufrimientos de hoy. Qué poco hemos aprendido.
"Ojo a las implicaciones para el Sáhara Occidental", dice Luis Portillo Pasqual del Riquelme al señalar en EL PAÍS esta información aportada por Pablo Guimón y Juan Carlos Sanz. Y tiene mucha razón Portillo, porque las coincidencias entre los dramas de los pueblos saharaui y palestino son muchas. Y en esta oportunidad, la legitimación de una ocupación a todas luces podría aplicarse con idéntica mala fe al caso saharaui. La apropiación del territorio palestino por parte de israel es tan ilegítima y condenable como la del saharaui por Marruecos.