lacasademitia.opennemas.com
Esa noche se tuvieron que meter rápido en las literas de madera del campo de concentración de Gando, los “cabos de vara” pegaban más que nunca, como siempre, cumpliendo órdenes del sanguinario teniente Lázaro. Los hombres corrieron como pudieron convertidos en sacos de huesos por la mala comida con chinches, la ausencia casi total de agua para beber, la escasa higiene de una ducha masiva y breve por semana.