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En artículo que señala en PÚBLICO el coherente veterano militante socialista Antonio Aguado, Aníbal Marval se hace cruces de la patujada, indigna de una doctora en Derecho Constitucional, que se ha mandado la inefable Carmen Calvo, a la que ya empiezan a llamar "la Soraya de Sánchez", porque es lo que es. La doctora dedecus causa ha dicho, sin ponerse ni colorada que "“Uno puede tener el interés político, pero otra cosa muy diferente es que eso se pueda hacer jurídicamente”. Y con esta maravilla cree la doctora que puede justificarse que el entonces candidato psociata dijera una cosa "que publicaría la lista de la amnistía fiscal" y que el ahora flamante presidente diga que no es posible. Ante este esperpento, yo, Chema Tante, proclamo que lo único que cabe decir es que las leyes no son preceptos divinos inamovibles. Si la laye impide que se conozcan los nombres de la canalla, cámbiese la ley. Y si es la Constitución, también. Como hicieron, de medianoche p'al día, con el 135.