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domingo, 28 de abril de 2024 17:33h.
maquinista
Sociedad

Aunque el maquinista reconoce su despiste, la causa principal del accidente es el austericidio, la obsesión por el beneficio

El maquinista del tren de la tragedia de Santiago ha admitido un despiste y le han formulado cargos por imprudencia. Yo no sé si el hombre será culpable y hasta qué punto. Pero eso no exime de responsabilidad a ADIF  ni a RENFE. La tecnología ofrece dispositivos para prever cualquier fallo humano. Un despiste, una inhabilitación física o, incluso, una decisión voluntaria para un atentado. Cuando la velocidad máxima es de 80 kilómetros por hora, y el tren va a 190, esos sistemas frenan el tren. Pero no existían en ese tramo tan demostradamente peligroso. Y yo afirmo que no se habían instalado esos sistemas de seguridad, únicamente, por la obsesión criminal del ahorro, para aumentar los beneficios.

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El maquinista sigue vivo, pero le echan el muerto

Gonzalo Ferre, responsable de ADIF, responsable de la seguridad de los trenes

No sale ni un dato técnico. Nada justifica las llamadas a la prudencia "por respeto a las víctimas". Ya empiezan a escurrir el bulto los auténticos responsables de esta catástrofe dolorosa. Pero las declaraciones enchumban cada vez más a los culpables. El presidente de ADIF ha dicho con toda claridad: "El tren debió frenar 4 kilómetros antes' "La responsabilidad del maquinista es controlar la velocidad del tren" "Todos los mecanismos de seguridad funcionaron" "ADIF investiga por qué el tren no deceleró automáticamente". Con el tren de Santiago están haciendo lo mismo que con el avión de Barajas. Entonces, le cargaron los muertos a los pilotos muertos también. Ahora, aunque siga vivo, pretenden cargarle los muertos al maquinista. Pero las personas muertas o heridas, las víctimas, el dolor de las familias, hay que ponerlas también en el debe del ultraliberalismo criminal. Entre recortes y lo que hay que guardar para los sobornos, comisiones y negros sobresuledos, no queda nada para la seguridad.