... que se rompan los candados que lo cierran (miedoambiente-seprona-
O hacemos una apuesta fuerte por el campo, o estamos perdidos (más aún). El gobierno, tiene que dialogar con los hombres del campo y dejar de consultar a los técnicos, y consejeros, que son (los tres), los que nos han traído a la situación calamitosa actual.
Este título evoca aquel otro de un tal Luis Mariano, que cantaba: “mirando al mar”, soñé: No, no se trata de mira al mar, sino al campo. De hecho hay muchísimas personas, sentadas todo el santo o profano día, sin dar golpe, sino dañándose el cerebro de tanto pensar en que les den, en lugar de salir a buscarlo. Me refiero a la comida
Desde que se inició, en los albores de la humanidad la agricultura, una generación le fue pasando a la siguiente, los conocimientos, experiencias, ciencia y sabiduría de la cultura del campo, y ello, hasta hace algunos años, en los que los agricultores llenaban el campo con sus presencias y quehaceres propios, en los que los hijos aprendían de los padres y estos de los suyos o abuelos, y así hacia atrás hasta el origen del comienzo de tanta recopilación y transmisión o/y tradición.
Frente a la parsimonia, cadencia, lentitud, aplatanamiento, cansancio, etc., del campesino en el campo, se impone una nueva actividad en el mismo, que nada tiene que ver con el tradicional sector primario o fuente de alimentación y de trabajo que es la tierra, el medio o campo. Ya que se está introduciendo un nuevo concepto de lo que es el campo: una pista de carrera, o un lugar por donde pasar corriendo. Lamentable este cambio en lo que priva no es el cosechar o cuidar de los animales, sino la velocidad, el jadeo, el llegar antes que otros.
Si el campo estuviera en segundo plano, estaría bien; pasa, que está fuera de plano. Como si no existiera. No se vive del campo, sino de otros campos, campos de fuera.
Ha prendido el miedoambiente y el seprona en el campo –o lo que es lo mismo -la cabildización-, de forma radical. El campo tabaibero se ha convertido en el sacadero mayor de dinero de este segundo y sobrante gobierno, llamado cabildo, que amenaza con no dejar un céntimo en las casas de los pobres campesinos. Te los encuentras en cualquier lugar del campo, y a su sola presencia aún de lejos hace que el personal campesino se alarme pensando a que van a por ellos (o él). Es un régimen dictatorial, de abuso de poder y sin respeto a la sagrada tradición de ganarse el pan con el sudor de la frente, bien cultivando la tierra o pastoreando el ganado...
Parece que el campo vive sus últimos días. La destrucción del campo, no es una imaginación, sino la más pura realidad.
Es una iniciativa para llevar al campo la ayuda a personas que carecen del bienestar necesario y que no tienen acceso al sector primario a pesar de vivir en el medio, pero que miedoambiente los persigue y no lo dejan ni tocar. Hay que cooperar.