Ya decía yo hace poco que Carlos Alonso, me caía bien o mal, según los días Ahora, este domingo y lunes, la sensación que me da es de una ingenuidad un tanto patética. El hombre se nos vuelve proustiano y se pone "A la busca del tiempo perdido". Porque, primero, en un melodramático artículo, digno de un concurso literario de los boys scouts, nos larga un cuento sobre el uso que él ha hecho y hace de su tiempo. Y, después, nos mete otro rollo -no sé si fábula o no, ni mucho que me importa- presentando su patrimonio. Qué poca idea tiene de la realidad, el burócrata presidente, por la gracia de Melchior, del Cabildo tinerfeño.