Hace unas semanas diversos parlamentos europeos sorprendían a muchos con sus iniciativas de reconocimiento a un futuro Estado palestino, deriva que culminó en una proposición formal desde el estamento común de la Unión. En el amplio consenso mostrado a través de los noticieros, destacaba el Ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, repitiendo en una declaración extra los elementos discursivos confluyentes de cada entrevistado. Podemos agruparlos en cuatro vectores básicos:
Pedro Quevedo manifiesta que es indignante considerar una victoria que se rebaje el coste del alquiler de la sede de Emalsa sin compensación alguna dos años después de que se conociera el escándalo.
En ECO REPUBLICANO, Javier Guitérrez escribe: "España la forma una sociedad gregaria, que vive bajo la etiqueta "democracia", pero desgraciadamente, este concepto permutado en sencillo termino, es sólo eso, una etiqueta. Los diputados no son los representantes del pueblo, son los representantes de los partidos políticos y estos, se representan exclusivamente a si mismos."