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Rajoy, cuando le dieron su queque, estaba rodeado de escoltas
Para que no haya duda, digo que ni el peor de los rufianes merece ser agredido. Proclamo que a un político indecente -que lo es- como Rajoy, hay que denunciarlo, sacarle las vergüenzas a la luz, procurar arrojarle del poder, con la fuerza del voto. Y no tocarle físicamente ni un pelo. Una verdad democrática que, por cierto, él no asume, porque, con la complicidad aviesa de su partido, ha ejercido la violencia física contra quien se le opone y, sobre todo, contra quienes cometen el terrible delito de ser pobres o débiles.