Antón Losada en EL DIARIO hace esta sensata reflexión que señala Francisco Morote, de Attac Canarias. Yo, Chema Tante, desesperado y desilusionado, no piedo sino decir que la estupidez parece demostrar ser una pandemia más grave y hasta más letal que la de la covid-18
El presidente de Europa Laica. Antonio Gómez Movellán, firma en PÚBLICO este artículo denunciando el abyecto negocio de las residencias privadas de mayores, en manos de la Iglesia y de fondos buitre. El artículo se apoya en el libro Vergüenza: el escándalo de las residencias , de Manuel Rico y lo señala el coherente veterano militante socialista Antonio Aguado. Y yo, Chema Tante, tengo que recordar otra vez que este criminal asunto es posible por la dejación de responsabilidad oficial. Si la iniciativa privada puede cometer estas sevicias es porque no hay oferta pública. Una realidad que luce más sangrante cuando se considera que esas residencias privadas reciben sustanciosa financiación pública. Por tanto, no es una cuestión de dinero, sino de ausencia de responsabilidad de los gobiernos.
Santiago Alba Rico, en CUARTO PODER hace una glosa de la figura de esta mujer, Elodia Zaragoza, una más de las tantas persona valiosas que la brutalidad franquista arrebató a los pueblos del estado español. Lo señala Francisco Morote, de Attac Canarias
SERVIMEDIA sirve, 20 MINUTOS, entre otros medios, lo difunde. Y yo, Chema Tante, comento esta nueva cachetada que un empresario granuja, depredador y abusador le mete a la dignidad de la Humanidad. Y digo "un", aunque son muchos, porque lo de Amancio es un caos más del saqueo neoliberal universal
Ya tuve yo, Chema Tante, la desagradable oportunidad de comentar el asunto, desde una información en CTXT "Aparcamientos de Ancianos, S. A." y ahora, hay que seguir con tan triste materia. Federico Aguilera Klink señala y comenta este artículo de Manuel Rico, en INFO LIBRE donde nos cuenta otra barrabasada empresarial, a costa de la vejez. Vean que orondos, como se ríen estos granujas desalmados. No solamente se lucran jugosamente con la atención a la ancianidad, en condiciones tan precarias que sus residentes han sido pasto inerme del maldito virus, sino que encima esconden y evaden sus grandes beneficios con la ingeniería societaria. Malditos sean, lo digo desde el fondo de mi alma.