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Creo que entre el clamor de voces iracundas que nos hemos alzado frente a las decisiones judiciales respecto a los verracos de La Manada, es muy de destacar este testimonio de Isabel Saavedra, desde TAMAIMOS, que pone el foco en la a veces (por el tribunal, siempre) olvidada víctima. Una chica, recién salida de la adolescencica a la que este quinteto bestial le ha quitado buena parte de la alegría de la vida. Digan lo que digan el brillante abogado de la defensa (quien no hace sino cumplir con su deber), el tribunal y los cinco brutos, a la víctima la violaron. Y a ese atropello sexual hay que añadir la vileza de que la chica se había acogido a la protección de quienes creía colegas de tenderete, estando bajo los efectos del alcohol, para que la custodiaran hasta su coche. La violaron, sorprendiendo su buena fe. En efecto, no olvidemos a la víctima.