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Dice Federico Aguilera Klink, al señalar este artículo, que "es tan claro que sobran los comentarios". Y en efecto, Ana Martí Arahuetes y Agustín Moreno lo explican muy bien, en CUARTO PODER, KAOS EN LA RED, MIENTRAS TANTO y REBELIÓN. De todas maneras, no es nada complicado. Quienes han complicado el asunto de las pensiones públicas han sido quienes con su mala fe o su incapacidad (más lo primero que lo segundo, pero también) han dejado al sistema público de pensiones sin recursos. Las perras de las pensiones tienen que ser dedicadas a las pensiones, sin más. Sin embargo, sí que hay más. En realidad, el estado debería, no solamente no mamarse las perras de la previsión sino acrecentarlas, vía recaudación fiscal. Y vale la pena detenerse un momento en esta cuestión del deterioro del sistema público de pensiones. El problema, una vez más, se llama neoliberalismo. La hiena neoliberal no entiende que si una actividad, llámese educación, llámese sanidad, llámese vivienda, llámese intermediación financiera, llámese previsión social... puede ser lucrativa, sea el estado quien la gestione. Por eso, las oligarquías presionan a los poderes políticos para deteriorar estas actividades que tienen que ser en parte o en todo públicas, para que puedan ser pasto de la voracidad privada. Y ya está.