Está de moda, una alternativa que le llaman “ maternidad subrogada”, término legal, que no es ni más ni menos que un contrato sexual, una mercantilización del cuerpo de las mujeres y como una forma más de prostitución.
Hace unos días, a través del móvil, en el grupo preparativo de una charla sobre la gestación de moda, otra de las ponentes compartió la imagen de un musculado cuerpo masculino, tatuado y sin camiseta, con un bebé en brazos. La leyenda, sobreimpresa en letras grandes: gaypitalismo. Si la ocurrencia hubiera antecedido a una charla en Hazte Oír, no habría tenido mayor interés. Apenas habría sido una forma ingeniosa de advertir que si les concedes el derecho a las mujeres para gestar para terceras personas, imagínate, alguna podría concebir el bebé de la musculoca del quinto. Qué grotesco.