Había dejado para el domingo la revisión de un artículo escrito y que ahora cambio, costumbre aquella a la que me debo desde siempre: escribo, y el texto queda en reserva hasta el día siguiente, cuando lo retomo para pulir, precisar, corregir e, incluso, borrar, pues el paso de horas veinticuatro es un tiempo prudente. Pero hoy es obligatoriamente reestructurable, toda vez que acabo de leer en El Mundo (domingo) uno firmado por don Manuel Jabois que titula de forma parecida: La conciencia tranquila.