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lunes, 06 de mayo de 2024 09:28h.

Tras un año de guerra en Ucrania: declaración de ANTICAPITALISTAS

 

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Tras un año de guerra en Ucrania: declaración de ANTICAPITALISTAS

La guerra imperialista y criminal lanzada por la autocracia putinista contra Ucrania lleva ya un año destruyendo el país y sembrando muerte y sufrimiento, generando una espiral belicista y reaccionaria mundial, alimentando el caos económico internacional y eclipsando las tareas centrales de la lucha de clases de nuestro tiempo: la transición ecosocialista para evitar el colapso climático, la lucha contra la explotación y las opresiones, y el combate contra la ultraderecha y el neofascismo. Desde Anticapitalistas nos oponemos a esta guerra, luchamos por una paz sin anexiones y la retirada de las tropas rusas, así como la libre determinación de Ucrania y su no-alineamiento entre bloques imperialistas, y apoyamos la desobediencia contra la guerra.

No obstante, es necesario evitar la simplificación de esta guerra en uno y otro sentido, y sostenemos que, si bien el responsable de la invasión es gobierno  de Putin, no es menos cierto que el conflicto armado interno desencadenado en Ucrania oriental desde 2014 (con innegable origen endógeno a pesar de la rápida interferencia de las potencias extranjeras para asistir a uno y otro bando) y, sobre todo, la disputa geopolítica y geoeconómica insomne entre el imperialismo ruso y occidental (estadounidense y también europeo) por el control sobre dicho país, así como la extensión de la OTAN hacia Europa del Este, nos dicen que la responsabilidad por haber dinamitado la paz en la región es compartida y viene de mucho más lejos.

Tras un año de guerra es obvio que no puede haber una salida exclusivamente militar al conflicto por una serie de razones:

  1. La ocupación militar de Ucrania por la Federación rusa es imposible por motivos políticos y militares obvios: la mayoría de la ciudadanía ucraniana rechaza la invasión y está decidida a resistir. Una constante desde la Revolución francesa es que, si bien se puede destruir un ejército enemigo inferior, no se puede aplastar indefinidamente a un pueblo determinado a no ser ocupado.
  2. Salvo que desaparezca la figura de Putin (bien por motivos de salud o bien por un, por el momento poco probable, golpe de Estado), es difícilmente imaginable una completa derrota rusa dadas las dimensiones del país y al hecho incontestable de que su régimen ha unido su suerte al resultado de la guerra. A su vez, el gobierno ucraniano no puede derrotar completamente a Rusia (sobre todo si se plantea recuperar Crimea) sin el riesgo muy alto de arrastrar a la OTAN a un choque frontal contra Rusia, algo que llevan buscando, no sólo Zelensky, sino también los gobiernos ultraderechistas de Polonia y Lituania desde el principio de la invasión.
  3. Romper este equilibrio por la vía del suministro de armas pesadas (tanques) y quizás en breve de aviones de combate y misiles de largo alcance por parte de la OTAN a Ucrania dispara la escalada del conflicto, las represalias de Putin contra la población civil y la destrucción de las infraestructuras básicas del país y el riesgo, creciente conforme pasan los meses, de que esto desemboque en una guerra interimperialista a mayor escala.
  4. Como dicen explícitamente muchos de sus responsables políticos, la guerra por procuración de la OTAN contra Rusia (que es el único objetivo al que se reduce su supuesto interés por la “democracia” y “la libertad”) instrumentaliza el rechazo legitimo de la población ucraniana a la invasión rusa. Del mismo modo que la OTAN, y sobre todo Estados Unidos y Reino Unido, están dispuestos a aprovechar la guerra para debilitar a fondo a Rusia, tampoco es descartable que China, principal adversario global de Washington, decida hacer lo propio armando a Rusia con la lógica simétrica de no dejar caer a su aliado, algo que, de darse, nos acercaría decididamente a una tercera guerra mundial.

No solamente las graves amenazas de Putin de recurrir a armamento nuclear deben ser tomadas muy seriamente, también conviene recordar que amenazas semejantes han sido pronunciadas por Biden incluso antes de la invasión y que -como Macron recientemente- no pocos mandatarios de la OTAN están frivolizando el peligro enorme que entraña el recurso a dicho tipo de armamento (sobre todo en lo que se refiere a las armas nucleares “tácticas”).

En estos tiempos nos vemos en la necesidad de recordar obviedades como la siguiente: ninguno de los imperialismos (ni el de Rusia, ni el de Estados Unidos, ni el de China, ni el de la UE) respeta el derecho de autodeterminación de los pueblos. Tan sólo velan por los “derechos humanos” cuando son pisoteados por sus enemigos, sólo buscan juzgar los crímenes de guerra de sus adversarios. El imperialismo nunca defiende “valores”, lo que defiende son intereses. En palabras de un primer ministro victoriano del Imperio británico, Lord Palmerston, “No tenemos aliados eternos, y no tenemos enemigos perpetuos. Nuestros intereses son eternos y perpetuos, y nuestra obligación es vigilarlos”.

Por todo ello creemos que la izquierda anticapitalista e internacionalista no puede ceder a la tentación de elegir entre los bloques en disputa y debe mantener una posición antiimperialista independiente y centrarse en el rechazo a la guerra, la solidaridad con el pueblo ucraniano que la sufre y el apoyo a la oposición anti-guerra en Rusia, y el combate contra el militarismo y los gobiernos capitalistas. Esto nos obliga a luchar contra la política de nuestros propios gobiernos en esta crisis: contra los intereses imperialistas de las clases dirigentes de nuestros países, contra el aumento de los presupuestos militares y la expansión de la OTAN, contra la inflación, la carestía de la vida y las políticas de austeridad y contra el alimento de la industria de la muerte aprovechando el shock y la conmoción provocada por la guerra.

La guerra por procuración de la OTAN, con la que Washington ha azuzado e instrumentalizado la guerra en curso, se está combinando con “sanciones económicas” contra Rusia -que, por lo demás, se han revelado totalmente inútiles para detener el conflicto-, que repercuten en las condiciones de vida de las clases populares rusas y en las del resto del mundo (y muy particularmente en las de los pueblos del Sur) y con una guerra económica contra la UE (y en particular contra Alemania) con la que pretende recuperar competitividad para la economía norteamericana e incentivar deslocalizaciones (ya cunde el pánico en París y Berlín al respecto) para, no sólo quebrar irremisiblemente la colaboración económica entre Europa y Rusia (“si hay invasión ya no habrá Nord Stream”, en palabras de Biden a Sholz), sino también para reforzar la subordinación política de la UE a los intereses de Washington. Los bloques imperialistas se cohesionan y se preparan para una etapa de choques a diferentes niveles. .

Pues bien, nos ha tocado vivir un contexto internacional parecido al de los “años de la seguridad” que precedieron a la Primera Guerra Mundial, en los que el movimiento obrero se planteaba cómo impedir una gran guerra por todos los medios. Ayer como hoy el peligro es ver el árbol y no el bosque y que la izquierda se adapte a la denuncia de las atrocidades de las potencias rivales sin luchar contra las de la propia, de olvidar, en suma, una de las frases proféticas del líder revolucionario alemán Karl Liebknecht: “el enemigo está en casa”.

Si no se detiene pronto la guerra en curso es muy probable que lo que venga después suponga un salto hacia la barbarie infinitamente mayor y todavía más irreversible. Por eso hay que detener la guerra antes de que sea demasiado tarde, pero es imposible sino hay una toma de conciencia y un paso adelante en la acción política independiente por parte de las clases trabajadoras, para así afrontar el grave peligro que corremos, no solo en Ucrania, sino también en Rusia, Europa y el mundo entero.

 

Por la Retirada inmediata de las tropas rusas de Ucrania.

Por la libre determinación del pueblo ucraniano defendiendo su neutralidad y no alineamiento ante todos los imperialismos.

Por el derecho de autodeterminación para el Donbass bajo la supervisión de países no alineados en el conflicto.

Por la cancelación de la deuda externa a Ucrania y el fin de las sanciones a escala global.

Por el alto el fuego. Por la desmilitarización y desnuclearización de las fronteras. Fin del envío de armas por parte de países imperialistas.

Guerra a la guerra: por el internacionalismo y la solidaridad entre las clases trabajadoras del mundo.

ANTICAPITALISTAS

 

 

mancheta ene 23