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viernes, 17 de mayo de 2024 12:55h.

Podemos Canarias reclama una nueva etapa para el Festival de Música de Canarias

podemos canarias El área de Cultura de Podemos Canarias reclama para el Festival de Música de Canarias una nueva etapa que, tras 32 ediciones, resuelva las carencias y riesgos que padece relacionados con las políticas culturales que orientan este tipo de eventos, como la falta de arraigo entre el grueso de la población y la escasa incidencia de su paso por las islas en términos de mejoría de la situación de la cultura local. El Festival, concebido como un evento-burbuja para una élite de connoisseurs, no tiene cabida en una sociedad como la nuestra, donde urgen medidas de democratización de los bienes culturales.

Podemos Canarias reclama una nueva etapa para el Festival de Música de Canarias

 El área de Cultura de Podemos Canarias reclama para el Festival de Música de Canarias una nueva etapa que, tras 32 ediciones, resuelva las carencias y riesgos que padece relacionados con las políticas culturales que orientan este tipo de eventos, como la falta de arraigo entre el grueso de la población y la escasa incidencia de su paso por las islas en términos de mejoría de la situación de la cultura local. El Festival, concebido como un evento-burbuja para una élite de connoisseurs, no tiene cabida en una sociedad como la nuestra, donde urgen medidas de democratización de los bienes culturales.

En este sentido, la organización quiere instar a las instituciones a combatir con imaginación y voluntad la exclusión cultural que padece la población en las islas. En este sentido critica que, en un contexto económico como el actual se haya optado por eliminar, precarizar o privatizar recursos culturales de primer orden como las escuelas artísticas municipales, que constituyen la puerta de acceso a la cultura para tanta gente, y se dediquen grandes dispendios de dinero público a actividades dirigidas a una pequeña minoría.

Sin entrar a valorar la cuantía de estos gastos, Podemos se pregunta si a menudo dicha inversión está verdaderamente optimizada o si, por el contrario, la falta de criterio ha hecho que se impongan opciones ostentosas: “cuando no sabes qué comprar, compra lo más caro”. Paralelamente, los músicos canarios que residen y trabajan en el archipiélago ven constantemente frustradas sus iniciativas por falta de financiación y sobreviven a duras penas a base de precariedad y verdadero amor al arte. Esta situación es una anomalía flagrante que no hace justicia al talento y la preparación que existe en Canarias y que fuerza a tantos, hoy como ayer, a renunciar a la propia vocación o a buscar la salida en otras latitudes, con la sangría que ello constituye en términos de capital cultural.

Como consecuencia de todo ello, surgen los riesgos: la constatación de estas evidencias puede llevar  a planteamientos toscos que no harían sino empeorar la situación de la cultura en Canarias. Más recortes presupuestarios harían –según entiende esta área- que se pasara de la UVI al camposanto. No hay por qué renunciar a un festival de música de alto nivel en nuestra tierra, pero sí urge idear una política de vasos comunicantes que haga que el gasto que se dedica a eventos de este tipo revierta en beneficio de la cultura local,        que fructifique en estrategias de inclusión cultural a medio y largo plazo, que sirva de estímulo para nuevas iniciativas por parte de la comunidad musical autóctona y que no caiga por el desagüe de la simple vanidad y el esnobismo.