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martes, 19 de marzo de 2024 10:18h.

A dos años de la agresión física al señor Rajoy - por Nicolás Guerra Aguiar

 

FRASE AGUIAR

A dos años de la agresión física al señor Rajoy - por Nicolás Guerra Aguiar *

El 16 de diciembre de 2015 un joven de diecisiete años agredió al señor Rajoy y, simbólicamente, a la institución que él representaba. De conformidad con el abogado defensor, el muchacho fue condenado a dos años de internamiento en un centro de menores. Cumplida la pena, A.V.F. salió ayer en libertad.

RAJOY AGRESIÓN

   El señor Rajoy, candidato a la continuidad, ejercía como presidente del Gobierno en funciones.  Llegó al cargo avalado por la victoria del PP en las elecciones generales de 2011: casi once millones de votos y mayoría absoluta. También lo acreditaba la Constitución española (artículo 101.2.). Su legitimidad, por tanto, estaba fuera de toda duda aquella tarde.

   La campaña electoral lo había llevado a su tierra adoptiva, Pontevedra. Durante el recorrido a pie por una calle cuya almirantada denominación anterior él mantiene (“le sigo llamando por su nombre”), fue agredido junto a la iglesia de La Peregrina. A pesar del espacio físico donde se produjo el ataque descarto –obviamente- cualquier desestabilizadora emoción emanada de su subconsciente: el señor Rajoy es incapaz de manifestar turbaciones o de alterar un solo músculo facial incluso ante públicas acusaciones relacionadas con la corruppción, las pregonadas por el satánico y rojo trotskista señor Hasán Iglesias. (Otra cosa distinta, claro, es lo que maquina su ordenada cabeza.)

    El agresor, con la aparente excusa de un selfie (cursis y analfabetos hablantes lo llamarían “autofoto, autorretrato”), se situó en posición. De repente recrea y trae a la memoria dos versos de Antonio Machado (“Esa España inferior que ora y embiste, / cuando se digna usar la cabeza”): lanza un puñetazo con la izquierda e impacta en la cara del señor Rajoy. Pero este, impasible el ademán, sigue calle abajo. Sobre el joven, proclamo, dominaron la fuerza bruta y la irracionalidad (incluso se alegra de su fiereza animal: "Estoy muy contento de haberlo hecho").

verso machado

   Como el puñetazo lo dio con la izquierda, surge inmediatamente la popular convicción de dos cargas: una, la física; otra, la ideológica. Así, según El País, “fuentes policiales que pidieron el anonimato habían asegurado que el agresor estaba vinculado con las Mareas”, coalición electoral (agrupaciones ciudadanas, Esquerda Unida, Podemos…). Es decir, el incipiente rojerío empeñado en desestabilizaciones, bolivarización de nuestra sociedad e, incluso, la ayatolización del pensamiento.

   Sin embargo, algo no encaja. Afirma El País que “fuentes policiales” relacionan al atacante con En Marea. Y como sabemos, la fuente se define (octava acepción) como ‘persona o cosa que proporciona información’. Pero la Policía no es una cosa, sino una institución oficial. Y como tal tiene gabinete de prensa y portavocía. Por tanto, a bote pronto podría concluirse que la información sobre el supuesto vínculo del matón pontevedrés con En Marea procede de uno u otro organismos policiales. No obstante, “la fuente” pide el anonimato. Lo cual significa que la notificación no fue dada por el conducto habitual (léase gabinete de prensa o portavoz).

   ¿Quiénes son, entonces, “las fuentes policiales”… si las hubo? Y si existieron gargantas profundas, ¿por qué reclamaron el anonimato? ¿Era, acaso, secreto de Estado? ¿Se basaron en pruebas, puras especulaciones… o interesados mensajes?

   Tanto la Policía como la Guardia Civil, estimado lector, procuran llevar rigurosas y muy profesionales maneras en estos menesteres (hay excepciones personales, claro). Son prudentes y sensatas, pues están en juego honorabilidades individuales y el propio prestigio institucional (mi trato personal con las dos entidades nombradas me permite llegar a tales conclusiones). Así, ¿deslizó El País un comentario acaso fuera de lugar y sin consistencia institucional alguna? Tal hipotético comportamiento pudo afectar, sin duda, a un partido legalmente ejerciente como es En Marea. (Por el contrario, La Vanguardia pone sobre aviso al lector: “Sin aportar ningún dato ni precisar la relación, fuentes policiales que pidieron el anonimato habían asegurado que el agresor estaba vinculado con las Mareas”.)

   Las hipotéticas “fuentes policiales”, en conclusión, no tendrían validez alguna. Es más: serían, incluso, osadas; y llegarían cargadas de perversa intención… Opiniones sin respaldo oficial no pueden etiquetarse como “fuentes policiales”: perjudican a la Policía. Se debió, por consiguiente, investigar quiénes estaban detrás.

que te pego leche ruiz mateos   Pero la agresión tiene también su cosa desde el punto de vista lingüístico. Los periódicos del día titularon “Rajoy agredido por un joven / por un ciudadano; Agresión a Mariano Rajoy…”.  Destaco, en este campo de la lengua y sus variedades, otro: “Un joven da un puñetazo a Rajoy”, es decir, ‘da un golpe con el puño’, émulo tal vez del ya difunto señor Ruiz Mateos cuando agredió ("¡Que te pego, leche, que te pego"!) al también difunto exministro psocialista de Hacienda señor Boyer.

   En Canarias no se hubiera producido tal furibundo ataque con un puñetazo (mucho menos con “hostias” o “una leche”). Aquí la violencia se manifiesta con piñas tal como en Argentina, Bolivia, Cuba, Paraguay, Uruguay…, pero ajenas a agricultura, repostería y al refranero (“Piña asá, piña mamá”). Si la brutalidad es exagerada, hablamos de piñazos.

juan felix   Así, cuando estuve con mi colega y amigo don Juan Félix por los Altos de Gáldar (investigábamos sobre fetichismos, santerías y rezos), algunas informantes muy mayores nos hablaron de sus bailes juveniles: tras bastantes taponazos roniles, celos en exceso, querencias y desamores, muchos de los jóvenes veinteañeros terminaban “a la piña limpia”. (El siguiente estadio era más peligroso: brillaban los naifes sacados de las vainas como las navajas de Albacete en el Romancero Gitano, “bellas de sangre contraria”.)  

NAZI FASCISTAS

   En fin: puñetazos, piñas, piñazos… impactan igual. Reitero mi oposición a la violencia venga de quien venga, más aun si el agredido es presidente constitucional del Gobierno.  Y por enésima vez pregono mi condena sin paliativos a quien agrede a otro –salvo legítima defensa- y le causa la muerte. Hoy son dos casos: el del señor Láinez, asesinado en Zaragoza -según la instrucción, “con alevosía y agravante de odio”- por, supuestamente, llevar tirantes con la bandera española. Otro, el de los dos palestinos muertos por balas de soldados israelíes la semana pasada. 

PALESTINOS MUERTOS

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Nicolás Guerra Aguiar

NICOLÁS GUERRA AGUIAR RESEÑA