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viernes, 10 de mayo de 2024 00:00h.

Cosas del Caos - por Alejandro Floría Cortés

Eso de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, pues como que no, que no hay, ni hubo nunca, por donde cogerlo, y lo cierto es que no hace falta ser un perverso experto en ingeniería social para tenerlo claro.

Cosas del Caos - por Alejandro Floría Cortés *

Eso de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, pues como que no, que no hay, ni hubo nunca, por donde cogerlo, y lo cierto es que no hace falta ser un perverso experto en ingeniería social para tenerlo claro.

La evidencia empírica en el patio de colegio siempre fue aplastante en este sentido: el enemigo de mi enemigo se revelaba como un perfecto cabrón cuya atención personalizada era un pasaporte al callejón de la amargura.

A pesar de la teórica estocástica de la situación, el beneficio de la antinatural alianza terminaba por caer de su lado oscuro, cayendo los dos pichones (mi enemigo y yo) sin remisión y de un solo golpe, ya fuera de mano o de efecto.

Menos mal que en aquel patio no había dinero, ni petróleo, ni religión, ni un capitalismo insaciable que hubieran servido de variables para un sistema (aún más) caótico, entendido este, permítanme la licencia teórica, como un sistema complejo y dinámico muy sensible a las variaciones en las condiciones iniciales.

Pequeñas variaciones en dichas condiciones iniciales pueden implicar grandes diferencias en el comportamiento futuro, imposibilitando la predicción a largo plazo.

Esto sucede aunque estos sistemas son en rigor determinísticos, es decir; su comportamiento puede ser completamente determinado conociendo sus condiciones iniciales.

Y en estas condiciones iniciales hay que contemplar una naturaleza humana sobradamente caracterizada, unas leyes del capitalismo tristemente claras, y la evidencia de que la religión admite cualquier manipulación...

Las pequeñas variaciones son convenientemente dosificadas por la información modulada por los medios de comunicación y por las declaraciones, manifestaciones, arengas y propagandas vomitadas por la clase política más corrupta, embustera y canalla que hemos sido capaces de admitir en el vodevil de la democracia representativa.

Pues sí, cuesta digerirlo, pero cuando nos preguntamos cómo hemos podido llegar hasta aquí, no les quepa la menor duda de que hay quien lo tiene perfectamente claro y ha participado activa y, más o menos, discretamente en el proceso.

Y digo discretamente porque cada vez hay menos empacho en pedir disculpas públicas por haber cometido crímenes contra la humanidad, como hemos podido atestiguar (a excepción de Aznar, que prefiere tener la razón y no soltarla).

Y es que no va a pasar nada, la masa, especialmente esta "masa europea" no se va a indignar, va a seguir haciendo todo lo posible por sostener un sistema enfermo y sádico y pedirá protección y votará a otros enfermos y sádicos para poder seguir consumiendo la mierda que no necesita para satisfacer las necesidades que nunca tuvo.

Porque así está previsto, porque se modificarán y se reiniciarán las variables cuando sea preciso, porque ciertas, muchas, vidas humanas son marginales y prescindibles en la operación de este sistema y los operadores de dicho sistema no somos nosotros. Tan sólo materia prima.

París, Siria, la austeridad, la guerra, la economía, las palabras, la vida y la muerte... Nada. Nada tiene más valor, ni más significado, ni más importancia. Tan sólo su momento, su tiempo y su consumo en la ejecución de los procesos de este sistema. Permanezcan en sintonía. Habrá circo. Y mucho.

* En La casa de mi tía por gentileza de Alejandro Floría Cortés