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miércoles, 15 de mayo de 2024 21:11h.

Esclavizan a mujeres, hombres, niños - por Nicolás Guerra Aguiar

Libros, actas de sesiones, declaraciones universales, constituciones y demás textos legales pueden decir lo que quieran, pero la esclavitud sigue vigente. Y ya solo en África, Asia, América, no. También se extiende por la vieja Europa...






 

Esclavizan a mujeres, hombres, niños - por Nicolás Guerra Aguiar

Libros, actas de sesiones, declaraciones universales, constituciones y demás textos legales pueden decir lo que quieran, pero la esclavitud sigue vigente. Y ya solo en África, Asia, América, no. También se extiende por la vieja Europa, continente en que nació la democracia y en el cual se proclamaron libertades, igualdades, fraternidades, esencias simbolizadas en un cuadro pintado por Eugenio Delacroix, efervescencia romántica, 1830. Se trata de La Liberté guidant le peuple (La Libertad guiando al pueblo): la Libertad, una mujer algo elevada frente a los otros personajes y con los pechos al aire levanta la tricolor francesa y empuña en su mano izquierda un fusil con la bayoneta calada. A izquierda y derecha, respectivamente, dos símbolos más: un burgués con sombrero de copa y fusil y un joven proletario con dos pistolas. Todos caminan sobre cadáveres, uno semidesnudo. Al fondo, arde París.

¿Por qué una mujer real, sensual? Pudiera ser que Delacroix intentara significar algo muy importante: la Libertad no es una entelequia, una espiritualidad, un algo que se esfuma, un sueño, una vana ilusión. Ni un mito, como apuntó nuestro paisano Nicolás Estévanez Murphy. Muy al contrario: es tangible, visible, deseada, real como el cuerpo semidesnudo de aquella mujer que incita con sus pechos jóvenes y erectos, compactos, e invita a que la sigan. Y el burgués y el obrero situados a la izquierda del lienzo la miran y se sienten seducidos, afirmados en su condición de hombres (es el siglo XIX) porque ansían identificarse física y espiritualmente con aquella mujer-símbolo que se llama Libertad.

Pues bien. Hace unos días, alguien que visitaba el Museo (leo en CANARIAS7: quizás «una mujer aparentemente desequilibrada») escribió con rotulador en la parte baja del cuadro un mensaje extraño, «AE911», suponen que relacionado con un grupo norteamericano para quien deben continuar las investigaciones sobre el atentado (9 = septiembre; 11, el día del ataque a las Torres Gemelas, a EE UU). Por suerte, el cuadro no sufrió desperfectos y pudo limpiarse la rotulada sin mayores problemas.

Pudo haber sido, en efecto, la acción de una mujer desequilibrada; o simplemente una gamberrada; aunque con visitantes, vigilantes y cámaras, la autora debía ser consciente –en el segundo supuesto- de que la cogerían, como así sucedió. Entonces, ¿por qué lo hizo? Quizás no lo sepamos nunca, aunque sí haya una respuesta oficial.  ¿Y por qué precisamente en aquella tela? ¿Casualidad, azar, simple coincidencia? Mas también es verdad que si no está desequilibrada y supone que la investigación sobre el 11 de septiembre ha sido incompleta o coaccionada, ¿pudo ser una forma de llamar la atención, precisamente sobre un lienzo cuyo protagonista y centro geométrico es la Libertad?

Obviamente, lucubro, reflexiono, medito sin fundamentos. Pero en tratándose de tal pintura, me vienen a la memoria informes de organizaciones humanitarias que leí hace días relacionadas por la libertad o, para precisar, con su ausencia absoluta. Según fundamentados estudios, el año pasado dos millones de mujeres fueron, sencilla y llanamente, esclavizadas. Algunas de ellas, secuestradas con violencia. Muchas, con engaños a través de legalizadas agencias que ofrecen trabajo en Europa, ya como sirvientas (empleadas de hogar, asistentas, que se llaman hoy eufemísticamente), ya en oficinas o comercios. (Ayer, la Policía española detuvo en La Junquera a veinte personas que secuestraron y prostituían a  muchachas rumanas). Un sector minoritario fue embaucado por hombres jóvenes, inteligentes, de buena planta: aquellas se enamoran y ellos las invitan a escapar juntos para desarrollar una nueva vida en el viejo Continente. Una vez llegan a su destino ellas caen en manos de redes mafiosas y descubren, tardíamente, la treta. El final para todas es el mismo: la prostitución. Y han de pasar muchos años para que la organización en cuyas redes han caído dé por zanjada la multimillonaria deuda cuyo importe los mismos explotadores han fijado.

Después… después no quedarán en libertad en cuanto que pueden acudir a la policía, a organizaciones de ayuda, y toda la estructura se vendría abajo. O, quizás, sectores policiales están enredados en tales multimillonarios y enriquecedores negocios como así le sucedió a una mujer latinoamericana con la que hablé en el mismo Paseo de Las Canteras, aquí al lado: cuando llegó desde el pueblo a la capital de su país, su vida dejó de pertenecerle porque ya era propiedad de un alto jefe policial.

Y no solo mujeres. Doscientos mil niños desaparecen cada año en América Latina, sobre todo en las ciudades, lo mismo que en muchos países asiáticos (una gran parte de ellos, otra vez, para pasiones de gentes civilizadas que buscan placeres sexuales con menores, y pagan lo increíble por virginidades). Otros, porque hay un mercado de órganos humanos (riñones, corazones…) que enriquece sobremanera a gentes sin elementales principios morales, éticos, de respeto a la dignidad humana.

Y hay esclavitud en las minas de África del Sur, donde caravanas de hombres sin sentidos ni orientaciones –simples parodias de lo que una vez fueron- animalizan sus esencias a la búsqueda del dorado metal o diamantes para que artistas holandeses recreen bellezas que adornen cuellos, dedos, lóbulos de las blancas mujeres europeas… Y si se rebelan, la policía negra dispara. Y se esclaviza en haciendas americanas de infinitas extensiones para que hombres, mujeres y niños ya bestializados arranquen a la tierra los productos que pagarán mansiones de lujo, viajes de placer, colegios ingleses y norteamericanos…

¿Y acaso no se esclaviza en España? ¿No se contrata por seiscientos euros ocho horas, que son doce de trabajo diario, mañanas, tardes, festivos? ¿No se explota a mujeres que llegan de América –lo oí en la guagua- por cuatrocientos cincuenta euros todos los días del mes para cuidar a ancianos, y planchan, y friegan, y limpian…?

Un atentado artístico, sí, el de aquella joven sobre el cuadro de Delacroix. Pero más impactante es el de nuestra sociedad que esclaviza en países apasionados por la Libertad.

También en:

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?Id=293100

http://www.infonortedigital.com/portada/component/content/article/20403-esclavizan-a-mujeres-hombres-ninos