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jueves, 16 de mayo de 2024 00:00h.

Con mucho orgullo - por Mario Erre

Hoy, 28 de junio, día en el que se conmemoran los disturbios en el club Stonewall Inn de Nueva York, en 1969, considerados el comienzo de la lucha por los derechos de lesbianas, gais, homosexuales, transexuales, intersexuales y demás minorías marginadas por su orientación sexual o género, recupero corregido y suavizado un texto que publiqué hace ya unos cuantos años para reivindicar esta fecha y está conmemoración y que titulé "Con mucho orgullo":

Con mucho orgullo - por Mario Erre, miembro de Podemos LGTBI  y Ahora Madrid LGTBI *

Hoy, 28 de junio, día en el que se conmemoran los disturbios en el club Stonewall Inn de Nueva York, en 1969, considerados el comienzo de la lucha por los derechos de lesbianas, gais, homosexuales, transexuales, intersexuales y demás minorías marginadas por su orientación sexual o género, recupero corregido y suavizado un texto que publiqué hace ya unos cuantos años para reivindicar esta fecha y está conmemoración y que titulé "Con mucho orgullo":

Si hay algo que me resulta ofensivo a los oídos es escuchar en la boca de alguien aquello de "pues no se por que celebran el Orgullo Gay...los heteros no tenemos un día del orgullo hetero".

Muy bien, pues yo te lo voy a explicar: No lo hay sencillamente porque a los heteros no se les ha perseguido durante siglos por el único motivo de sus preferencias afectivo-sexuales, no se les ha ridiculizado en todos los ámbitos de la vida, no se les ha torturado y asesinado, no se les ha marginado social, laboral e incluso familiarmente, no se les ha encarcelado por considerar su forma de amar un delito, no han tenido que ocultarse y, en muchos casos, llevar una doble vida que acaba convirtiéndose en un infierno...y así podría seguir hasta llenar pantallas y pantallas y folios y folios de agravios que los gais, lesbianas y transexuales hemos sufrido a lo largo de la historia, y, en muchos casos, seguimos sufriendo.

 Porque, no nos engañemos, no todo es Europa occidental y las costas este y oeste de EEUU. Mejor dicho, no todo son los barrios céntricos de las capitales de Europa occidental y EEUU. En más de setenta países, a día de hoy, el simple hecho de ser homosexual, lesbiana, y ya no digamos transexual, es un delito que puede acarrear incluso la pena de muerte. Países como Arabia Saudí o Egipto, que luego resulta que son los grandes aliados de Europa y EEUU. Claro, si hay petróleo y dinero para qué vamos a pararnos a pensar en nimiedades como los derechos humanos...

Al hetero, e incluso a veces al homo, que piensa aquello de "¿por qué el orgullo gay?" simplemente recomendarle un ejercicio de imaginación, (que además estimulará sus dos neuronas y media): que se imagine el mundo al revés. Un mundo en el que sólo el 10% de la población fuera heterosexual y ello se convirtiera en un estigma, a veces incluso delictivo. Seguro que entonces entendería por que el 28 de junio 1969 en el pub Stonewall Inn de Nueva York un grupo de gays y, sobre todo, transexuales, se liaron a pedradas contra la policía hartxs de que, en lugar de proteger su integridad, como se supone que deberían de hacer, acudieran regularmente a extorsionarles y violarles.

Tal vez así el hetero de las cavernas entendería (y nunca mejor dicho lo de "entendería") por que desde entonces en torno a esa fecha los LGTBI salimos todos los años a las calles a recordarle al mundo que estamos ahí y somos parte de la sociedad y tenemos TODOS los derechos, empezando por el derecho a la vida. A una vida digna. Igual que tú, hetero. Por eso el Orgullo. Porque nadie nos tiene que decir como tenemos que vivir, pensar y amar. Y por eso nos manifestamos como nos da la gana. Y si vamos en pelotas subidos a las carrozas, travestidxs, de cuero o de lo que sea, es asunto nuestro. Nadie ha dicho que a una manifestación haya que ir con cara de funeral y maldiciendo al gobierno o vestido de progre de los años setenta.

Muy orgullosos, sí señor. Más que orgullosos: con dignidad. Nuestra dignidad que no es ni mayor ni menor que la tuya, aunque tú, hetero que no celebras el orgullo hetero, no tengas que defender día a día (y aguantar burlas a la cara y/o por la espalda) que prefieres compartir tu vida o tu cama con alguien del sexo contario y que por ello no eres ni mejor ni peor que los demás.

Eso si no vives en un país en el que no tengas ni la oportunidad de hacerlo porque te matan.

* En La casa de mi tía por gentileza del autor