Néstor Álamo, ese incomprendido guiense - por Erasmo Quintana *

Tan cargado estoy con el prolongado confinamiento por la pandemia y la escasa calidad de los políticos a la hora de asumir con el rigor y altura de miras que se necesita, pues están más pendientes de la política y la economía y que sigan muriendo cientos de personas todos los días, les importa un carajo. Ante ello

 No nos cabe duda ninguna que las grandes acciones que han servido de motor para los numerosos avances que cambiaron la faz de la Humanidad han sido realizados por hombres y mujeres cuya peripecia vital se ha balanceado entre la normalidad y la patología. Todo genio tiene algo de chiflado, de arisco en el trato y, con toda seguridad, sus inevitable rarezas las lleva íntima y continuamente consigo. Innumerables ejemplos nos servirían, pero tan solo recordemos a Nietzsche, Van Gogh, Baudelaire, Dalí…

Salvando las distancias lógicas de unas desbordantes pulsiones que incidieron en los cambios profundos de nuestra civilización, traemos la figura de nuestro estimado Néstor Álamo -genio al fin también- cuyo nacimiento en Guía fue un 27-02-1906. Y nos preguntamos cómo ha sido, que alguien que no tuvo disciplina universitaria, ni tan siquiera académica, dé muestras geniales en lo personal, autodidacta, y haya dejado un legado de investigación tan rico y variado sobre el mundo de la historia y la cultura de Canarias.

 Varia y dilatada es su obra ordenando y catalogando el archivo y biblioteca de El Museo Canario a las órdenes de Agustín Millares Carló, y del lectoral José Feo Ramos en el archivo de la Inquisición y Archivo Canario, tareas en las que emplea más de veinte años. Tuvo inquietudes periodísticas, llevándole a escribir cientos de artículos en prensa lo que hizo que fundara en su ciudad (1931) el semanario La Voz del Norte, que se imprimía en la Imprenta de Gáldar, donde ve la luz “Crónicas de Sedeño y Escudero”; “Del Juzgado y otros asuntos” sobre el controvertido traslado del Juzgado de Guía a Gáldar, y “Sátira”, que versa sobre la obra del poeta guiense, Rafael Bento y Travieso. Luego vendrían en sucesión ininterrumpida “El obispo Verdugo y su tiempo: el retrato que se atribuye a Goya”; “Crónica de un siglo: 1844-1944 El Gabinete Literario”; “Thenesoya Vidina y otras tradiciones”; “La perejila”; “El Almirante de la Mar Océana en Gran Canaria”; “Mi pregón de San Pedro Mártir” en su calidad de Cronista oficial de Gran Canaria. Años más tarde, el Gobierno de Canarias, atendiendo al fructífero legado del guiense, lo distinguió ex aequo junto a Alejandro Cioranescu con el Premio Canarias, modalidad Investigación. La soberbia supina del profesor de la ULL, que se creía a distancias siderales por encima del guiense, lo llevó a dar un “corte de mangas” maleducado a aquella serenísima institución, dadora de los premios, y no asistió para recoger el suyo.

 En el Centenario de su nacimiento, y en mi etapa de concejal de Cultura de Guía, celebramos la efeméride depositando en su panteón ramos de flores: María Isabel García Bolta, el cronista Juan José Laforet, el presidente del Cabildo José Manuel Soria, dos de sus sobrinos y yo. Hubo ocasión de abordar su aspecto arquitectónico, destacando el Hospital "Inés Chemida” y Casa Museo León y Castillo en Telde; Parque de Teresa Bolívar y Casa de los Patronos de la Virgen del Pino en Teror; Casa Museo Pérez Galdós; Reforma en la Escuela Industrial de Canalejas y Casa de Colón en Las Palmas, y Restauración del Camarín de la Virgen de Guía. Tuvo que ver con el nacimiento del prestigioso “Anuario de Estudios Atlánticos” junto a su paisano, el investigador Miguel Santiago, así como Antonio Rumeu de Armas, auspiciados por el presidente del Cabildo Matías Vega Guerra.

Pero donde resulta más conocido Néstor es en su aportación a la canción canaria dentro del acervo Histórico Artístico, logrando bellísimas canciones que ya pertenecen al alma del pueblo canario; así tenemos para nuestras explosiones de alegría, La Alpispa; Ay, Teror, qué lindo eres; Tamadaba; Andrés, repásate el motor; Maspalomas y tú, y un largo etc., así como la inconmensurable Sombra del Nublo, conceptuada por la opinión autorizada como el Himno de Gran Canaria, la cual en interpretación del inolvidable Alfredo Kraus y Los Sabandeños o Los Gofiones, o Mestisay en su Querido Néstor la hacen sublimemente irrepetible. Sus musas fueron Mary Sánchez y María Mérida, a las que compuso canciones adecuadas al estilo de sus voces.

También nos referiremos al desamor existente con Néstor en el solar donde vio la luz primera: Guía. Sus paisanos -tal vez con razón- le achacan que no tuvo siquiera una pobre inspiración para su Virgen de Guía, ni para la hermosa, límpido cielo y aireada ciudad, patria de sus mayores. Íntimas confesiones revelan que algo grave y extraño le tuvo que suceder con sus paisanos para que casi no quisiera saber nada y viviera a partir de entonces de espalda a los avatares de aquel frágil rincón agrícola, laborioso y ganadero, donde se produce uno de los mejores quesos de Canarias. Sería deseable la posibilidad de reconciliación de Néstor con sus paisanos, y éstos con Néstor. La indiferencia rencorosa de parte y parte no conduce a nada bueno. En Guía no hay un busto ni una calle a su nombre.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana