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sábado, 18 de mayo de 2024 06:27h.

La oportunidad perdida del Partido Popular - por Nicolás Guerra Aguiar

Acabo de escuchar fragmentos del discurso de la señora Cospedal (secretaria general del PP) en la apertura de la Convención que su partido inicia en Valladolid, ciudad escultorial y procesional, amén de tabernaria...

La oportunidad perdida del Partido Popular - por Nicolás Guerra Aguiar

 

   Acabo de escuchar fragmentos del discurso de la señora Cospedal (secretaria general del PP) en la apertura de la Convención que su partido inicia en Valladolid, ciudad escultorial y procesional, amén de tabernaria. (Por cierto: dos mil personas, coches oficiales –trece presidentes; trece ministros; subsecretarios; secretarios de Estado…-; trenes, hoteles, comidas, escoltas… ¿Quién paga?) Y aunque en este momento en que escribo quedan pendientes muchos discursos, sospecho que serán obligada continuidad de las líneas férreamente marcadas desde la propia Secretaría y, por tanto, nada nuevo me van a decir, por más que ansío una labor regeneracionista por el Gobierno.  Y aunque “convención” comparte con “convencer” el setenta por ciento de las grafías (“convenc-“), lo cierto es que no hay –qué pena- coincidencia alguna en lo que importa, que son los significados. Porque “convención” no solo traduce ‘reunión general de un partido político […]’. Su primer significado es ‘ajuste y concierto entre dos o más personas o entidades’.

   Y al comprobar que se desajusta aceleradamente la convivencia social (¡no, por favor: ni son los rojos, ni los anarcos, ni las huestes judeomasónicas!), tuve la ilusoria ilusión de que la señora secretaria general iba a ordenar un acercamiento a la realidad. Así, entre todos analizarían sin pasiones ni victimismos la tragedia de millones de españoles  en el paro; el derecho de miles de mujeres que reclaman el respeto a sus forzadas necesidades abortivas; la tragedia para el país pues sabios, investigadores, doctores y licenciados masterizados deben abandonarlo ante la imposibilidad de encontrar su autonomía e independencia económica; la impotencia de tantos miles de personas que subsisten sin apoyos sociales para dignificar su condición humana; el desmoronamiento de quienes perdieron sus ahorros de toda la vida (billetes, incluso, ennegrecidos por el recóndito carbón o con olor a pescado de alta mar y muertes cuando las tormentas desaparecen los cuerpos de sus primeros propietarios); la acelerada degradación de la enseñanza pública en injusto apoyo a la privada, que tiene derecho a existir, claro, pero no a costa de quienes no pueden pagarla; la de jóvenes que cierran los meses de sus ilusiones y esperanzas con pagas que no les sirven ni para ser mínimamente libres y a quienes les imponen sobrecargas horarias (limpieza, por ejemplo) ajenas al contrato; la desdicha que cae sobre miles y miles de abuelos o padres jubilados cuya iubilatio no puede ser ‘júbilo, alegría’ en cuanto que deben controlar al máximo la paga para ayudar a hijos, nietos, por más que no lleguen ni tan siquiera a la tercera semana...

   Sí. Con mi máximo respeto al PP en cuanto que es el Gobierno del país porque así lo quisieron las urnas, la voluntad del pueblo, creo que no está cercano a la realidad, y es una pena porque once millones de españoles lo apoyaron, once millones de ilusiones. Pero tampoco lo están las comunidades autónomas (doce) que la inmensa mayoría de los votantes quiso que fueran gobernadas por el Partido Popular porque desmoralizaciones con los psocialistas, desengaños, sus torpezas increíbles, prepotencias, corrupciones, comportamientos ajenos a la esencia socialista, búsquedas de acomodos ante las inminentes caídas de sus dos presidentes… echaron abajo la gran ilusión de un pueblo que les dio el máximo poder en 1982 y más recortado en 2004.  Ilusiones y esperanzas que aquellos evaporaron a pesar de sus iniciales aciertos, que fueron muchos. Pero el poder los cegó, los endiosó, y se creyeron –también- dueños del destino en lo universal.

   He aquí, por ejemplo, otros temas para una Convención seria y rigurosa: ¿es ético, decente y serio que se haga la vista gorda ante políticos del partido encausados en supuestos graves delitos, por más que debe imponerse la presunción de inocencia? ¿Es acaso honesto, prudente, ejemplar, que la señora alcaldesa de Telde se apoye ahora, para mantener el poder, en concejales que lo fueron por otro partido, ediles ayer críticos con ella, hoy colaboracionistas? ¿Puede, acaso, fiarse los destinos de un municipio en quienes traicionan a los votantes y pactan con el poder para engrandecer nóminas, e intercambian supuestos principios estéticos por un suculento sueldo? ¿O que el señor presidente del Cabildo grancanario haga lo mismo con otros dos, también llegados a la Institución por otras siglas que fueron votadas por quienes creyeron en ellos, con sentimientos éticos y rigurosos? Legal, por supuesto, sí. Pero, ¿decoroso, decente? ¿O es, acaso, degradación política? Porque la Política no es contraria a la elegancia y a la responsabilidad: el acta, claro, es de quien le da nombre, no del partido. Pero no olvidemos que  también existe el Grupo Mixto. Aunque, claro, en él solo se cobra por asistencias a plenos o reuniones. ¿Piensan acaso esos señores tránsfugas que aparecerán en lugares preferentes de las próximas listas electorales de quienes los contratan después de traicionar a sus votantes? ¡Angelitos de Dios!

   Aquello de “Nosotros o la nada”, señora Cospedal, es muy osado. Porque en ese “nosotros” hay cientos de personas bajo sospecha. Y cientos ya encausadas. Y más de las que se tienen dudas. Y una buena cantidad a la espera de juicios. Algunas, incluso hasta condenadas. Otras, que fueron y siguen siendo poder, señora Cospedal, acaban de sentarse en el banquillo en Las Palmas, y muchas irán detrás. También hay en el PP, por supuesto, decenas de miles honradas y serias a quienes respeto y cuya amistad tengo a gala, como me sucede con casi todos los partidos. Pero “la nada”, señora mía, es la ausencia absoluta. Y a esa nada aspiró la dictadura franquista, la misma que se rebeló contra el poder constitucional de la II República, poder que ustedes hoy, también legalmente, tienen. El dictador quería la nada en pensamientos, ideas de libertad, raciocinios y reflexiones. Por eso secuestró, encarceló, sometió a torturas, fusiló a miles y miles de disidentes políticos que solo ansiaban la existencia de algo fundamental contrario a la nada, propiedad de los ciudadanos: la Libertad. 

También en:

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=325059

http://www.infonortedigital.com/portada/component/content/article/28290-la-oportunidad-perdida-del-partido-popular