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viernes, 26 de abril de 2024 04:17h.

El progreso - por Francisco Lezcano

Y encima la amenaza de Repsol. La dictadura del capitalismo. Mi padre me solía decir con tono de amargura: Hijo, al paso que vamos, la isla se transformará en una ciudad flotante en medio del océano, en un bloque de cemento. El Roque Nublo será el último vestigio. Espero que mi padre haya profetizado con error... Pero el teleférico me da mala espina, y la soriasis me amarga. Van a terminar hasta con lo que “mi viejo” llamaba: ¡Ultimo vestigio!

El progreso - por Francisco Lezcano, desde Francia

Yo tenía 17 años, cuando cada sábado iba en bicicleta, pedaleando con parsimonia, por la carretera polvorienta que iba desde la capital de la isla hasta Maspalomas. A mi paso sin prisa solía llegar a la sombra del faro cuando el sol se había acostado tras las Cumbres. Entonces, en la penumbra, despues de haber montado mi tienda de campaña, sentado en la arena esperaba la noche para ver las estrellas, las del cielo y las que la marea depositaba en la playa. Entornaba los ojos y mientras respiraba el aire marino, vivía el silencio con el contrapunto de los enigmáticos rumores del oleaje. Rincón de paz, donde nunca me imaginé su trágico presente.

            Me extasiaba observando los sarapicos y alcaravanes que correteaban por la arena haciendo cundir el desconcierto entre los cangrejos, que osaban pasearse al borde del miriñaque de las olas y entre las algas arrastradas hasta la orilla.

Ya tarde, mi cena de anacoreta: unas támbaras, un poco de pella  gofio, y un sorbo de leche condensada. Y me echaba a dormir con el alma henchida de paz y poesía.

Temprano abandonaba el lecho para admirar el regreso solemne del sol, disfrutar de las aves marinas autóctonas y de las migratorias que al borde del charco cristalino, espejo del oasis, graznaban, cacareaban o piaban a la luz y a la vida.

Gracias a mi larga existencia, he podido ver como depredadores inmobiliarios, urbanistas sin escrúpulos, bancos ambiciosos, hipócritas, piratas del Estado, y cínicos del pretendido progreso, han asesinado la isla, creando un universo de cemento para fanáticos de la hamburguesa, el pollo asado, las papas fritas, cerveza a destajo, coca cola, sol  y cremas numeradas contra mosquitos y radiaciones ultravioletas. Hablo de los que han arrancado el alma a la isla, la han ido despellejando. Labor de corruptos trepadores de todo tiempo, entre los cuales han medrado hasta autoridades que gobiernan, ¡ Y que siguen gozando de impunidad! ¡Maldita sea!. El negocio millonario justifica actos y medios. La Clase Política hace deshace lo que le conviene, son tecnólogos de la manipulación, a quienes en termino general el interés colectivo poco les importa.

El vampirismo continúa. Un proyecto de tren y un teleférico para papanatas, llenará las arcas de los de siempre. Seguro que los cálculos para forrarse ya están informatizados. El paisaje del Roque Nublo será indefectiblemente asesinado. Un ministro decide que el petróleo será la panacea para las islas

Me asombra haber hablado con canarios, incluso de los que se bautizan “guanches” a ultranza, que aplauden tales ideas y en su día pagarán para irse en volandas a comerse la pella gofio a la sombra de una cafetería “Roque Nublo”, con tienda anexa de “souvenirs”, vendidos a son de timple ¡Dios!. Y encima la amenaza de Repsol. La dictadura del capitalismo.

Mi padre me solía decir con tono de amargura: Hijo, al paso que vamos, la isla se transformará en una ciudad flotante en medio del océano, en un bloque de cemento. El Roque Nublo será el último vestigio.

Espero que mi padre haya profetizado con error... Pero el teleférico me da mala espina, y la soriasis me amarga. Van a terminar hasta con lo que “mi viejo” llamaba: ¡Ultimo vestigio!

 

                                                                                              Francisco Lezcano-Lezcano

                                                                        Desde Francia