¡Qué bochornoso espectáculo de la derecha cuando no gobierna! - por Erasmo Quintana *

Contentémonos los idealistas de la recta condición humana y con todo lo que tiene que ver sobre las incompatibilidades profundas de las ideologías, nacidas no de sentimientos altruistas, sino más bien de apetencias materiales que tienen que ver con el bienestar personal más insolidario. La derecha y ultra no gobiernan, pero ni falta que les hace. Tienen a Antena3, La Sexta, la TV13 de los obispos, hasta la propia TVE pública, la Policía Nacional y la Guardia Civil (éstas le tienen preparada una manifestación contra su propio Gobierno, unos 100.000, por la reforma de la “Ley Mordaza”), la Fundación Francisco Franco, la cúpula del Tribunal Supremo, el CGPJ, el Tribunal Constitucional, cuyo presidente es el magistrado Pedro González-Trevijano (PP), sustituyendo a Juan José González Rivas. Esta elección la ganó el ala conservadora, que es la mayoritaria.

A la protesta policial, se habrá de añadir una huelga de diferentes sectores de producción que, con toda probabilidad, si no se toman las medidas oportunas, puede producirse en época de Navidades paralizando la nación.

Desde el privilegio de su atalaya, Pablo Casado (PP), al grupo de mujeres políticas que forman coalición: Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del gobierno; Ada Colau, alcaldesa de Barcelona; Mónica García, líder de Más Madrid; Fátima Hamed, portavoz del Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía de Ceuta y Mónica Oltra, vicepresidenta del Gobierno de Valencia, lo ha calificado de “Aquelarre radical”, cuya expresión significa reunión nocturna de brujas, presidida por el Demonio con figura de macho cabrío, para practicar artes supersticiosas. A esta bobada le han contestado “el PP nos propone vivir con el burka”.

En la antigüedad, a la mujer que el poder consideraba peligrosa, la catalogaba de “bruja”, y para ella era la hoguera en medio de las plazas mayores.

Esta oposición ultra hace el mal por el placer de hacerlo como un derecho potestativo, que usan en forma indiscriminada sobre nosotros. 

En todos los sitios se asan castañas. El ejemplo que está dando el Partido Popular de Madrid lo confirma. Hay una guerra soterrada no declarada (esto sí que es un aquelarre), entre la “divina” revelación: Isabel Díaz Ayuso, y quienes apoyan a la dirección nacional de Génova, Teodoro García Egea, estando detrás de todo Pablo Casado. Libran una encarnizada batalla, donde ponen en práctica la más refinada de las hipocresías (hay que ver cómo se abrazan y besan) para apoderarse de los resortes del poder; Casado la teme por su liderazgo, cual mecha de carbón incandescente.  

Sentados en el trono de su parco entendimiento aparece con claridad la ostentación de ordinariez, la cual está más presente que nunca. España ha carecido mucho tiempo de políticos de la talla de Mirabeau, Disraeli, Churchill, De Gaulle, Azaña, Negrín, Adenauer, Willy Brandt, Hammarskjöld…

Cuarenta años de dictadura fascista sirvió para que el pueblo adormeciera con el mensaje de que “no debía meterse en política”, y que el sistema democrático es la perdición de las naciones. A la muerte del dictador, se produjo la mal llamada “modélica Transición”, pero ésta se hizo con las pistolas encima de la mesa, lo que permitió la bajada de pantalones de las izquierdas y que la inmensa mayoría de los Procuradores en Cortes, ministros, viceministros, secretarios y subsecretarios franquistas continuaran en sus despachos pisando moqueta, como si aquí no hubiera pasado nada. Franco diseñó una “Democracia”a su estilo: puso al Borbón en su lugar de Jefe del Estado con su inmunidad de dictador, de resultas que el pueblo soberano no lo es tanto, porque no elige a su Jefe del Estado (como sucede en cualquier democracia), sino que éste se hereda de padres a hijos.

Mírese por donde se mire, aunque se desgañiten diciéndonos que lo nuestro es una “democracia plena”, la realidad se encarga en desmontarlo. ¿Qué sistema democrático hay en el mundo donde la primera figura del Estado -con claro poder de influencia política y, encima "inviolable"- no la nombra el estamento en el que reside la soberanía de la nación: el pueblo? En las llamadas monarquías parlamentarias democráticas, Reino Unido, Países Bajos, Bélgica, Noruega, Suecia y Dinamarca, las y los monarcas cumplen un papel rigurosamente simbólico, sin ninguna injerencia, sus intervenciones son redactadas por el gobierno y, desde luego, no podrían cometer impunemente las acciones que se van conociendo del anterior rey español.  Los incondicionales de esta extraña situación nos dicen que en una República también se produce la corrupción; cierto, pero hay una diferencia importante, pues si el Jefe del Estado delinque, el pueblo lo desaloja rápidamente del poder y nombra a otro y la Justicia cumple con su deber.. Aquí es lo contrario, si es corrupto, el pueblo se lo tiene que tragar. El Borbón dimitió, pero no responderá por lo que ha hecho contra los intereses de su país; es intocable ante la Justicia. 

En el sainete madrileño, espadas en alto, aparece -"casualmente" coincidiendo con la aparición de su libro- alguien que ya teníamos olvidada: la ultra derechosa Cayetana Álvarez de Toledo, posicionada a favor de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Da la impresión que la coyuntura le permitirá quitarse la espina que lleva clavada hace tiempo de parte de Pablo Casado, que la defenestró de la portavocía de su partido en el Congreso. Está haciendo verdad aquel dicho “Cuando hay marea, golpe a la lapa”.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana