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miércoles, 15 de mayo de 2024 01:58h.

Trans-, homo- (-sexuales) y púdicos mentales - por Nicolás Guerra Aguiar

NICOLÁS GUERRA AGUIAR   Dos señores obispos católicos manifestaron el pasado marzo su oposición radical a la conocida como Ley de la Transexualidad aprobada en la comunidad de Madrid. PSOE, Podemos y Ciudadanos votaron a favor. Se abstuvo el PP, aunque manifestó su malestar porque no se contó con ellos durante la tramitación. La propuesta de Ley redactada por el Gobierno regional (PP) había fracasado en la Cámara ante la oposición.

Trans-, homo- (-sexuales) y púdicos mentales - por Nicolás Guerra Aguiar *

   Dos señores obispos católicos manifestaron el pasado marzo su oposición radical a la conocida como Ley de la Transexualidad aprobada en la comunidad de Madrid. PSOE, Podemos y Ciudadanos votaron a favor. Se abstuvo el PP, aunque manifestó su malestar porque no se contó con ellos durante la tramitación. La propuesta de Ley redactada por el Gobierno regional (PP) había fracasado en la Cámara ante la oposición.

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Obispos, de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plá; y de Getafe, Joaquín María López de Andújar

   Para los señores obispos la Ley "olvida que el hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. Es… también naturaleza". Con lo cual, deduzco, el hombre o la mujer, el niño o la niña que no se sienten naturales en sus cuerpos deberán resignarse hasta la muerte por ser y sentir de maneras distintas a las que exigen sus estructuras físicas. Y añaden los pastores –hiperbólicamente- que se podría “exigir el presunto derecho a cualquier modificación corporal a la carta".

   O lo que es lo mismo: en situaciones naturales y “a la carta”, el cojo puede reclamar la operación que enderezará su pierna; el pollillo de orejas abanadas será operado para quitarse de encima tal dumbil complejo; tras el quirófano, el joven deportista cuyos testículos escapaban del escroto y casi desaparecían (criptorquidia) ya no soportará en el vestuario burlas y coñas… a pesar de que las operaciones afectan a sus cuerpos, los modifican. Por tanto si el cojo, el abanado y el descriptorquidiado tienen derecho a modificaciones quirúrgicas, ¿por qué las personas que viven prisioneras y despersonalizadas en un cuerpo de hombre o mujer –al cual no consideran suyo- deben permanecer infelices y amargadas in aeternum?

BERGOGLIO PHILIPPE   Desconozco si el papa lo tiene claro. Con todos mis respetos, observo contradicciones cuando toca el tema. Tal vez se deben a que pretende aparecer como avanzado en ciertas cuestiones o, al contrario, debe contemporizar con los sectores ultraconservadores de la Iglesia. Así (febrero de 2015) el papa condena a los transexuales por “No reconocer el orden de la creación”. Y en un símil que me parece terriblemente injusto los compara con Herodes e, incluso, con la destrucción que ocasionan las armas nucleares. (Un papa anterior lanzó soflamas: si muy importante para la vida es salvar las selvas evitando su destrucción, tanto o más es salvar a la humanidad de comportamientos antinaturales como homosexualidad y transexualidad, dijo. Y siguió sin mirar para dentro.)

   Frente a lo anterior, el mismo papa de febrero telefoneó a un transexual español para hablar con él y su novia (agosto). Privado dejó al señor Neria cuando le dijo que la Iglesia no le da la espalda. Muy al contrario: Dios quiere a todos sus hijos “estén como estén”. Y como el señor Neria es católico practicante, es hijo de Dios. Por tanto, “La Iglesia te acepta y te quiere como eres”. En seis meses, pues, clara contradicción con el párrafo anterior. (Algún vaticanista comentó que estas palabras de agosto fueron la rebelión del papa contra los sectores ultraconservadores. Otros, al contrario, hablan de su habilidad para adaptarse según las circunstancias.)

 

transexual neyra novia papa

Diego Neria y su novia, con Francisco

   Vivimos momentos de terribles convulsiones humanas y deshumanizaciones: el cine lleva a las pantallas casos de abusos sexuales (violaciones a menores) en centros religiosos. Decenas de miles de humanos mueren y otros huyen de sus países para escapar de masacres, bombardeos, indignidades…; Turquía dispara contra refugiados y los asesina con balas europeas compradas con parte de los seis mil millones de euros que les dio la inmoral Europa de los 28; el Mare Nostrum es hoy cementerio marino, aunque no con la musicalidad de Paul Valèry… y aquellos obispos también callan.

  Me parece osado que ciertos religiosos se metan en comportamientos ajenos cuando los ajenos toman libres decisiones si reclaman –porque así la viven- su propia condición natural de hombre o mujer, niño o niña, caso de la transexualidad. De la misma manera que diccionario secretomaricones (o gais, aunque significan lo mismo) y lesbianas son absolutamente naturales cuando se enamoran o, simplemente, buscan aquello tan básico y natural que es el acto sexual, llamado “hacer el amor” por las gentes de bien aunque las gentes de mal lo bautizan con otras voces hartamente conocidas. (También es cierto que cuando algunos se disparatan a veces pierden el equilibrio y caen de su alto estatus social y se soezan con palabras malsonantes, barriobajeras y chabacanas buscadas en Diccionario secreto de Cela, riguroso trabajo lexicográfico, por otra parte.)

 

freud   Porque “hacer el amor” no es el disparatado revolcón camero, de cuerpo y medio  o sobrecamero, dador de acompasamientos cardíacos y estabilizador psíquico (¡mil gracias, Freud!), relajación perfecta cuando las neuronas se desatinan y el cuerpo pide lo que pide (“¡Dale, dale, dale; / dale dale al cuerpooo /, lo que te piiiida!”), que no es inacción, contemplación mística, distensión yogal… por más que para tales menesteres siempre hay un rato en nuestras vidas aunque vivir no sea eso, precisamente.

manos entrelazadas   El amor es otra cosa e, incluso, no se hace: se siente en el cerebro y nunca depende de roces, concupiscencias (cursilada), sobajeos o elementales cosquilleos tráquea arriba, cervicales abajo… Porque si estar con la otra parte en placenteras estancias es “hacer el amor”, ¿qué queda del amor cuando se llega a edades o impactos físicos en que ya no hay relaciones sexuales? ¿Deja de ser sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo como, por ejemplo, la pareja, el deporte (no es mi caso, quede claro) o el trabajo (cuando es otro quien lo ejerce, claro)?

   Los señores obispos -tan críticos y preocupados con las decisiones ajenas tomadas en libertad y que a nadie perjudican- deben dedicarse a las cuestiones espirituales de su religión y feligresía. Las decisiones sobre cambios de sexo o comportamientos de parejas son inherentes a la libertad humana. Y esa prerrogativa no depende de creadores ni de religiones: es propiedad del ser humano y de su condición.

* En La casa de mi tía por gentileza de Nicolás Guerra Aguiar