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sábado, 27 de abril de 2024 14:00h.

20 aniversario del 11 M - por Miguel Romero

 

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Manuel de la Rosa recomienda este artículo

20 aniversario del 11 M

Miguel Romero

VIENTO SUR

[Como se está recordando ahora en los medios con ocasión de su 20 aniversario, el 11 de Marzo de 2004 se produjo un atentado terrorista en Madrid que causó casi 200 personas muertas y 1.000 heridas. Sobre esa matanza y los acontecimientos que bajo el gobierno del PP se desarrollaron los días que siguieron hasta las elecciones del 14 de marzo que dieron la victoria al PSOE, viento sur publicó en su número 73 varios artículos. Nos ha parecido oportuno reproducir el que entonces escribió Miguel Romero, ya que en él comentaba el comportamiento del gobierno, de los medios de comunicación y de los distintos actores políticos y sociales...]

1. La gente. La estrategia del gobierno para rentabilizar políticamente el atentado del 11 de marzo no plantea ya ninguna duda. Desde el mediodía del mismo jueves (descubrimiento y análisis de la furgoneta de Alcalá), el gobierno supo que la pista más probable era la de Al Qaeda. Desde las primeras horas de la madrugada del viernes (descubrimiento y análisis de la mochila de El Pozo), no tenía ya la menor duda.

Las consecuencias electorales de la verdad podían perjudicarle gravemente. No era posible blindar la investigación y ocultar pruebas manifiestas durante varios días, especialmente en vísperas electorales. El gobierno dedicó pues todo su esfuerzo a potenciar la hipótesis ETA y a manipular la presentación de la hipótesis Al Qaeda para reducir al máximo su credibilidad, con el objetivo de llegar a las elecciones del domingo 14 M con el mayor grado de confusión posible en el electorado. Éstas eran las mejores condiciones para conseguir la mayoría electoral, que le habría asegurado la gestión, y manipulación mediática posterior, de la resolución del enigma.

Hay que decir que estuvo a punto de lograrlo. Le sobraron más o menos veinticuatro horas. Da escalofríos pensarlo, recordando, por ejemplo, el crimen del sábado en Pamplona, un hecho revelador de qué estaba ocurriendo en la base social más reaccionaria de la derecha.

¿Qué acciones y qué omisiones explican este curso de los acontecimientos? Empecemos por las omisiones. El lunes posterior a las elecciones, Rubalcaba ha contado que desde la tarde del jueves el PSOE “estaba convencido” de que la hipótesis Al Qaeda era la más probable y “lo puso en conocimiento del gobierno”. Magnífica explicación de en qué consiste el “consenso antiterrorista”, o la “lealtad constitucional”, o la “política de Estado” o como le quieran llamar. En su nombre, se oculta a la población una información absolutamente decisiva. Ésta es también una lección de esos terribles días. Es justo reconocer, por otra parte, que Llamazares tuvo una actitud diferente, pese a contar probablemente con menos información: el jueves por la noche intervino en la SER reclamando a Acebes una clarificación inmediata de la información. Podía haber sido más explícito, pero al menos fue decente. Recuperó así el sentido de izquierda perdido en el comunicado antiterrorista del jueves por la mañana (recordemos: “Cada voto en las urnas a un partido democrático es la respuesta democrática más contundente que podemos asestar contra el terrorismo”). Por cierto, la exigencia de claridad informativa a Acebes fue recibida con evidente incomodidad por la redacción de Hora 25, que en aquellos momentos estaba aún en la línea: “éste es nuestro presidente, este es nuestro ministro del Interior, éste es nuestro gobierno”, así establecida por el director del informativo, Carlos Llamas, en una intervención editorial a primera hora de la tarde del jueves.

En estas condiciones, es decir, con la maquinaria de manipulación del gobierno funcionando a toda potencia, sin referentes políticos críticos y aún con muy débiles reservas de unos pocos medios de comunicación, tiene una enorme importancia lo que ocurrió en la manifestación de Madrid del viernes por la noche. Recordemos que esta manifestación era parte de la maquinaria de manipulación gubernamental: estaba destinada a simbolizar la unidad antiterrorista bajo el mando de Aznar, su gobierno y su partido. Pues bien, en esa manifestación, la gente empezó a gritar: “¿Quién ha sido?”. En ese momento, la estrategia del PP empezó a desmoronarse y el PP empezó a perder las elecciones.

Escribo la gente, porque suena raro escribir las masas. Pero fue una acción de masas, espontánea y llena de valor y buen sentido político. Heredera en buena parte de otra gran acción de masas: las manifestaciones contra la guerra del 15 de febrero del 2003. También ahora, en condiciones completamente adversas, pudo expresarse en la calle una conciencia cívica, una capacidad de tener una opinión propia frente al adoctrinamiento mediático y, desde ella, interpelar y criticar al poder.

Por supuesto, las manifestaciones militantes de la noche del sábado fueron formidables. Pero las esperanzas hacia el futuro dependen del encuentro entre el ¿Quién ha sido? del viernes y el ¡Mentirosos! del sábado. Ni en uno, ni en otro han tenido un papel significativo ninguna organización política o social.

2. La SER. Los servicios informativos de la Cadena SER, más que el Grupo Prisa como tal, han adquirido una creciente credibilidad y, en el ultrapolitizado mapa mediático español (expresión paradójica de la crisis de la política en la que estamos inmersos desde el final de la Transición) ha representado la principal y más creíble fuente de información de la oposición social al gobierno del PP. Este prestigio se basa en numerosas experiencias, la más reciente, la que vivimos en los momentos más duros de la guerra de Irak. Pero la SERdependencia informativa plantea muchos problemas, que se han expresado durante estos días, y probablemente se agudizarán con un gobierno del PSOE.

Hasta la madrugada del viernes, la línea editorial de la SER fue apoyar sin fisuras la versión del gobierno. En la tertulia nocturna de Hora 25, la única persona que el jueves día 11 se atrevió a poner en cuestión las informaciones de Acebes, María Esperanza Sánchez, fue tratada con bastante agresividad por sus contertulios. Las llamadas de Aznar al director de El País afirmando y ratificando la hipótesis ETA funcionaron pues como consigna de Estado para todo el Grupo, durante el primer día: otra muestra más de la capacidad de manipulación que el consenso antiterrorista otorga a quien tiene el poder.
A lo largo del viernes, fueron adquiriendo más peso las reservas, la información sobre los puntos oscuros de la versión gubernamental y se repitieron las advertencias al gobierno sobre “los riesgos de uso partidista de la información”. Pero sólo el sábado, a las tres de la tarde, después de la rueda de prensa de Acebes, en la que intentó ya a la desesperada mantener la confusión sobre la autoría, la SER realizó el desmentido formal de la versión de gobierno, apoyándose en la filtración del CNI [Centro Nacional de Inteligencia] sobre “el 99% de posibilidades de la hipótesis Al Qaeda”. Esta información demostró, o confirmó, a la mayoría de la población que el gobierno estaba mintiendo y tuvo un papel muy importante en el proceso que culminó en la derrota electoral del PP.

Posiblemente, la radio de un gran grupo multimedia con enormes intereses económicos, y cuya primera autoridad no es la opinión pública, sino la Bolsa, no podía ir más lejos, ni más pronto. Pero esta situación vuelve a poner sobre la mesa la ausencia de autonomía informativa de la izquierda, que es un enorme problema, sobre el cual no parece haber conciencia, ni medios para tratar de resolverlo.

Se habla mucho, y con razón, de las posibilidades de interacción rápida y masiva que proporcionan las nuevas herramientas de comunicación, como los SMS en la tarde del sábado. Estoy de acuerdo con los colegas de Indymedia (junto con Nodo50, la principal referencia telemática de la izquierda) en valorar las posibilidades de “reapropiación colectiva de los flujos comunicativos: internet, sms, boca a boca en tiempo real”. Pero sin autonomía de información, no hay, ni habrá autonomía política. La autoestima de lo que tenemos (revistas en papel y en la red, radios, tv locales...) no debería hacer que olvidemos lo que no tenemos, es decir, una prensa alternativa, autónoma de los poderes políticos y económicos, con credibilidad, influencia y medios suficientes para ser una fuente de información regular de la izquierda. En concreto, una prensa capaz de decir con credibilidad e influencia el viernes por la mañana lo que la SER dijo el sábado por la tarde.

Es un objetivo muy lejano, pero algunas de las condiciones para alcanzarlos se deben aplicar desde ahora. Por ejemplo, la que defiende Jorge Riechmann en su artículo: “renunciar a la mentira para tratar de conseguir una ventaja política, siempre y en todo lugar”. La burda invención del supuesto golpe de Estado, a la cual ha dado relevancia, muy a su pesar, Almodóvar, nos recuerda las tonterías irresponsables que se siguen haciendo en nuestro campo en materia de información, y hacia las cuales hay una absurda autoindulgencia, como si esto fuera un juego de patio de colegio.

3. ETA. Muchísima gente creyó que ETA era la autora del atentado; algunos durante poco tiempo; otros, entre los que me incluyo, durante más tiempo. La comparecencia de Otegi, Barrena y Permach el jueves al mediodía tuvo bastante credibilidad por la representatividad de los dirigentes de Batasuna. Pero los argumentos que utilizaron: “ni por los objetivos, ni por el modus operandi se puede afirmar que ETA está detrás de lo ocurrido”, sólo pueden valer, si acaso, para su propia base.

Bikila resume muy bien en su artículo por qué, precisamente, el modus operandi de ETA desde hace ya muchos años hacía verosímil que hubiera realizado la atrocidad del 11 M. La generalización de la práctica de los coches bomba ha acabado con la supuesta norma de aviso previo de las acciones. Incluso la intención de provocar una conmoción social que asegurara la victoria del PP puede atribuirse a ETA sin contradecir en nada su línea política de los últimos tiempos.

Hace cerca de diez años, el 29 de julio de 1994, un coche bomba mató en Madrid al general Veguillas, a su chófer Joaquín Martín y al trabajador César García, y dejó malheridos a dos trabajadores más, uno de ellos un gran amigo. En la entrevistas que le hicimos (viento sur n. º 16), nos decía: “... intentar conseguir la independencia poniendo bombas en pueblos que van a ser tus vecinos... es completamente absurdo”.

Pero esa ha sido, desgraciadamente, la lógica de ETA durante estos diez años. Por eso, tanta gente, incluso tanta gente abertzale, creyó que habían sido ellos. Llamarles asesinos (como han tenido que escuchar después del 11 M candidatos de Aralar- Zutik!, incluyendo colaboradores y amigos nuestros, que ya antes del atentado habían sido insultados como carroñeros) es peor que absurdo. Que en estas condiciones se pueda estimar que Batasuna ha obtenido 100 000 votos en la Comunidad Autónoma Vasca y 15 000 en Navarra es sin duda un hecho significativo. Lo que no está nada claro es para qué van a servir estos votos.

¿Y ahora? El horror que ha producido el atentado ha sido tan enorme, tan generalizado que debería ser una razón poderosa para una tregua indefinida.

Ojalá sea así. Desde un punto de vista no ya de izquierda, sino simplemente de convivencia humana básica, el 11 M es un acto bárbaro que produce un rechazo radical, que saldría del alma si tal cosa existiera. Pero para Al Qaeda ha sido un gran éxito. ¿Cómo afectará a la práctica futura de ETA? Veremos.

(Entre paréntesis. Los dirigentes de Batasuna atribuyeron el atentado a la “resistencia árabe”. El Comité de Solidaridad con la Causa Árabe (CSCA) les respondió con mucha razón: “Tan perverso es categorizar –como ha hecho en reiteradas ocasiones el gobierno Aznar con relación a la situación en Irak– la resistencia contra la ocupación como terrorismo, como considerar acciones indiscriminadas, destinadas, como ha sido el caso de la cadena de atentados de Madrid a causar el mayor número de víctimas civiles como resistencia, como ha hecho Otegi para exculpar a ETA”).

4. El voto útil. Al día siguiente de las elecciones, Llamazares explicó cuáles habían sido sus expectativas: “un empate PP-PSOE” que habría otorgado a IU un papel decisivo. La apuesta vale por un programa: efectivamente, éste es el escenario que hubiera dado más poder institucional IU.

Así se entiende mejor la desmesurada insistencia en los últimos días de la campaña en las aspiraciones ministeriales de la organización, una insistencia que terminó achatando el perfil claramente a la izquierda del PSOE, sin contenidos alternativos, pero también sin sectarismo, que había proyectado Llamazares en las semanas anteriores. Lo que se entiende peor es que IU no tuviera en cuenta que una línea política cuyo objetivo fundamental sólo se puede alcanzar como efecto subordinado de que el PSOE forme gobierno, tiende a favorecer el voto útil hacia el PSOE. Es cierto que la situación crítica de las vísperas electorales favorecieron ese efecto. Pero la presión venía de lejos.

En un país en el que dos partidos concentran entre el 85 y el 90 % de los escaños, una fuerza de izquierda sólo puede consolidar una base político electoral propia que resista a las presiones objetivas hacia el partido mayoritario de la izquierda, o por procedimientos sectarios, como hizo Anguita, o porque sectores sociales se convenzan de que objetivos que consideran necesarios sólo pueden ser alcanzados con la aportación de esa fuerza política.

Uno o dos ministros de IU en un gobierno del PSOE no son objetivos necesarios para ningún sector significativo de la izquierda. Así el voto de IU tenía muchas ligaduras débiles que no resistieron al vendaval que, en cambio, no creó el menor problema a ERC, por ejemplo.

Será muy interesante estudiar las encuestas post-electorales que pueden ayudar a conocer el flujo de votos IU-PSOE. Llamazares lo caracterizó como “una transfusión de sangre de izquierdas, de sangre roja”, en una chirriante metáfora, tan desgraciada como suele serlo la política de comunicación de IU.
Pero al margen de las formas, ¿ésta es una buena explicación de ese flujo? Si lo fuera, estaríamos estrictamente ante votos prestados, que ya habrían regresado a IU, para la acción política y para la próxima votación. Habrá que ver los datos concretos, pero me parece una hipótesis muy optimista. Otra hipótesis razonable es que IU ha podido perder votos de su electorado sindical y más tradicional, fronterizo con el PSOE y no particularmente rojo. Si así fuera, no habrá un regreso natural a casa. La orientación de estos votantes, en futuras elecciones y en la acción política, dependerá de cómo se desarrollen las diferenciaciones y conflictos que tendrán lugar en la izquierda social y política en la nueva etapa.

5. Las expectativas. En nuestro número anterior, Albert Recio decía que la victoria de la izquierda en las elecciones catalanas había generado “expectativas modestas” en la población, Y añadía que “para que haya un cambio más profundo es necesario que los impulsos reformistas que de alguna forma alienta el nuevo gobierno se traduzcan en un fortalecimiento de los movimientos sociales de amplia base”. Son ideas de mucho interés, que deben formar parte del debate de la izquierda alternativa, aunque personalmente no las comparto en aspectos importantes; tiempo habrá para discutir a fondo sobre ellas. Lo que sí me parece cierto es que también las elecciones generales han generado “expectativas modestas” en la población... en cierto sentido. Ese sentido me parece una cuestión muy importante.

El gobierno Zapatero trae un paquete de cambios de políticas (las que cuestan poco dinero, aunque algunas sean muy importantes: la retirada de tropas de Irak, que por cierto va matizándose de día en día, la Ley de Calidad de la Enseñanza, el Plan Hidrológico Nacional...), de personas (Urdaci, Ansuategui, Cardenal, Cortés...), de modales..., que dan para los tópicos cien días, más o menos (lo de las tropas de Irak, parece que menos).

Pero en el núcleo duro de la acción política, los márgenes, y las voluntades de cambio, son muy reducidos (inmigración, reformas estatutarias...) o inexistentes (política económica y fiscal). Estos temas afectan directamente a las expectativas de la gente y más afectarán ante los problemas sociales que se avecinan, las deslocalizaciones industriales por ejemplo.

Sectores sociales muy amplios tienen ahora expectativas efectivamente modestas, pero que tenderán a ampliarse y, sobre todo, se consideran exigibles. Se exigirán si se comprueban desvíos, olvidos o rebajas. Y de estas exigencias surgirán chispas.

* Gracias a Miguel Romero y VIENTO SUR y a la colaboración de Manuel de la Rosa

https://vientosur.info/20-aniversario-del-11-m/

VIENTO SUR CREATIVE La casa de mi tía republica con licencia CREATIVE COMMONS
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