Pero a Juan Hernández eso no le parece bien, porque el paciente, dice, "no es un ciudadano cualquiera y se puede permitir buscar una atención médica de excelencia que asegure resultados, por cara que sea" y que  "si hubiese acudido a la sanidad pública se le habría reprochado saltarse las listas de espera".

Pues esa es la cuestión, Juan Hernández: Juan Carlos de Borbón no es un ciudadano cualquiera. Es nada menos que el primer funcionario público (por mucho que irrite el término), pagado con dinero público, y está obligado a dar ejemplo y a defender el sistema público de salud. Como está obligado a aguantarse y sufrir como todo el mundo, que es quien le paga, las vicisitudes de la mala gestión administrativa (que no facultativa) de la sanidad pública.

Y mira tú, Juan Hernández: si Juan Carlos de Borbón tiene posibles para pagarse la sanidad privada (que está por ver si la paga él o la pagamos los ciudadanos y las ciudadanas), una de dos, o tiene el dinero por su sueldo, o tiene el dinero por otras actividades. En el primer caso, es evidente que habrá que revisar un estipendio tan generoso. Y en el segundo, habrá que preguntarse si el cargo de Jefe del Estado requiere dedicación exclusiva o no.

En definitiva, Juan Hernández, a la hora de adjudicar etiquetas de tontería e insensateces, hay mucha gente en la lista. Tolete.