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sábado, 27 de abril de 2024 11:57h.

La izquierda ante el desafío de Santa Yolanda celestial - por Daniel Galvalizi

FR D GZ

 

La izquierda ante el desafío de Santa Yolanda celestial - por Daniel Galvalizi *

Idealizada por necesidad o conveniencia, la vicepresidenta se ha vuelto un reto a digerir en sí mismo para el progresismo español, por todos sus valores y también por sus defectos. Un nuevo liderazgo que pugna con el omnipresente Iglesias, con poderes fácticos apostando a la desunión e intereses de partidos que se entrecruzan. Un escenario complejo que requiere negociación y más, muchas más cautela.

 

 

Carla Antonelli y Yolanda Díaz en el acto de Sumar del domingo 2 de abril.
Carla Antonelli y Yolanda Díaz en el acto de Sumar del domingo 2 de abril

 

@danielgalvalizi

Si se hubiera leído la transcripción taquigráfica de los discursos de los ponentes que precedieron a Yolanda Díaz en su gran acto de lanzamiento de candidatura presidencial, y si se creyera que está hablando de otro líder de las izquierdas, seguramente hubieran llovido las acusaciones de mesianismo, cesarismo, exceso de testosterona y los adjetivos típicos que venimos escuchando.

Pero no fue el caso. Sí hubo lluvia en el escenario, pero fue de elogios sin exigencias (excepto las de la gran Carla Antonelli, que le pidió el cumplimiento irrestricto de los derechos LGBTIQ amenazados por la ultraderecha), de piropos políticos ensalzando la figura de la flamante candidata, y que tuvieron como prólogo un buen caudal de declaraciones tanto en la entrada del Polideportivo Magariños como en los días previos a la convocatoria para anunciar lo que ya todos sabíamos.

¿Es culpa de la abogada coruñense esta oleada de elogiadores acríticos? No. Es algo típico de este momento transicional y ella hace bien en aprovecharlo. En este debate político sobre quién manda a la izquierda del PSOE y cómo se organiza para la batalla electoral hace falta más sosiego y despojarse de dogmas y enconos. Sería mas saludable entender que se trata, lisa y llanamente, de una disputa por el poder típica de procesos de parto de nuevos liderazgos. Especialmente complejos porque los actores así lo desean y su electorado hasta parece que también.

Nuestra señora de Ferrol

Por conveniencia táctica (y monetaria, que del cargo viven muchos), o por honesta anuencia ideológica, muchos dirigentes, parte de la militancia y amplios sectores de votantes de las izquierdas no independentistas han decidido ubicar en un altar momentáneo a Yolanda Díaz. Tanto que hasta da un poco de pudor traer sobre la mesa los recuerdos de traición de Xosé Beiras sobre ella o lo que opinan algunos de sus excamaradas que la conocen de los tiempos en que trabajaba en Galicia.

 

La construcción simbólica de la exconcejala de Ferrol pasa por mostrarse diferente de Podemos, por entender que la marca electoral es potente pero tiene un techo

¿Le restan esos recuerdos potencia política a ella y su candidatura? En absoluto, esto no es Disneylandia, sino el Reino de España, cuya arena pública muchas veces es cruel y macarra, y los intereses en juego son muchos y complejos. Todos los grandes dirigentes tienen un prontuario de errores y peleas y quien no lo tenga, no tendría la piel lo suficientemente dura para competir por la Moncloa.

Tampoco hay que desdeñar nunca el componente emocional en la política. Ya lo explicaba Sigmund Freud en su libro Psicología de las masas y análisis del yo: la gente tiene necesidad de creer, de sentir unidad y la tendencia instintiva apunta siempre a ello. Es casi imposible de evitar que, en momentos de resaca social traumática como una durísima pandemia, una guerra y una gran recesión hace una década, el simpatizante se incline por respaldar a quienes parecen querer la unidad y no la división permanente.

Se suma a este coro diverso que ve una aureola celestial alrededor de Díaz un aliado no buscado pero que otorga un bálsamo nada menospreciable a todo intento de implantación de liderazgo: los poderes fácticos. Buena parte de la élite periodística y de los medios de comunicación progresistas y conservadores (salvo los más irredentos de la derecha) ven por diferentes motivos con beneplácito el surgimiento de la nueva maestra de orquesta de la izquierda.

Algunos por afinidad (quizás la ven un grado más moderado que la ejecutiva actual de Podemos) y otros por mera conveniencia. Los enemigos de tus enemigos son tus amigos y si Díaz está embarcada en sepultar a Podemos, al menos al gobernado por Iglesias, Irene Montero y Ione Belarra, pues se la respalda.

En el prisma mediático que filtra e interpreta los hechos también influyen los tonos, una deuda pendiente en muchos morados, especialmente Iglesias y Montero. Dos personas que han sufrido procesos de deshumanización y violencia mediática a niveles intolerables para una democracia moderna. Algo que, claro, no ayuda para sosegar formas de comunicar. Las peleas con periodistas son funcionales a una lectura favorable de la vicepresidenta que habla de cariño, diálogo y ternura.

¿Es casualidad que Díaz mencione esas palabras? Claro que no. Varios de sus propios adláteres admiten, ya desde hace más de un año, que la construcción simbólica de la exconcejala de Ferrol pasa por mostrarse diferente de Podemos, por entender que la marca electoral es potente pero tiene un techo y que busca trascenderlo. Construye a partir de polarizar con la vieja guardia morada y, es hora de verlo, en esto Iglesias está actuando casi como su jefe de campaña.

 

Con el reto delante, Díaz tiene el derecho de conformar una confluencia de partidos a su gusto y sabe, como buena antigua militante del PCE, que poder que se comparte poder que se diluye

Ante cada confrontación verbal, Díaz crece. Al no participar de su acto de lanzamiento, Díaz crece. El mero hecho de exhibirse ante la opinión pública como algo distinto del viejo Podemos la ayuda a construir su nuevo perfil político. Iglesias sabe esto y por eso le lanzó dardos el otro día en la SER recordando que ella calla su pasado anti OTAN u otros posicionamientos, no porque dejara de pensar lo mismo que Podemos sino porque sabe que para este momento no es lo que conviene.

Sería mejor, para todos los votantes progresistas, entender desde el primer momento que Díaz no es una santa (ni mucho menos una diabla), ni una virgen sin pecados ni una versión gallega de Ghandi. Es simplemente una política que está en plena disputa por el poder del margen social izquierdo y que tiene buenos recursos para ganarlo, porque tiene trayectoria, valores, gestión efectiva para enseñarle al votante y una enorme ambición (por suerte, sino tampoco podría pelear por la Moncloa).

En esa pugna, su intención es sepultar al viejo Podemos, asimilándolo. Porque la que quiere mandar es ella y como dice uno de sus amigos personales, “tiene un carácter bravo y más cuando siente que la quieren meter en cintura”. Para ello ha pergeñado una estrategia de desgaste, de pulso permanente en la que, a sabiendas o no, la cúpula de Podemos está siendo plenamente funcional. El tango de la polarización es un arte que se baila de a dos y vaya que están a tope.

La unidad como utopía

“La Fashionaria”, como la han apodado algunos y los propios militantes de Sumar intentan capitalizar repartiendo stickers con esa frase y su rostro, cuenta con importantes aliados en esta táctica. Varios tienen un talonario de facturas que estaban esperando cobrarle a Podemos y ven que llegó la hora. Catalunya En Comú, el errejonismo, Proyecto Drago (del canario Alberto Rodríguez) y Compromís no van a dudar en ser alfiles para que la reina le haga jaque al viejo rey.

Esto no la convierte a Díaz en malvada sino en una política real. Cuando en la entrevista que da a El País todo el tiempo esquiva el conflicto, centra a esa entelequia llamada “la gente” como motor de todo por encima de los partidos y, un poco, miente, está siendo ya una candidata a pleno. No, vicepresidenta, Podemos no se ha levantado de la mesa de negociación. La que se ha levantado de la mesa de Podemos es usted en 2021 cuando aceptó el “dedazo” de Iglesias. Pudo rechazarlo, también vale aclarar.

* Gracias a Daniel Galvalizi y a EL SALTO. En La casa de mi tía con licencia CREATIVE COMMONS

https://www.elsaltodiario.com/elecciones/izquierda-desafio-yolanda-diaz-celestial

DANIEL GALVALIZI
DANIEL GALVALIZI

 

EL SALTO CREATIVE
mancheta ene 23