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jueves, 16 de mayo de 2024 17:05h.

En torno a un impactante eDItoriAl - por Nicolás Guerra Aguiar




Elegante respuesta de Nicolás Guerra Aguiar a un editorial del impenitente impertinente DIArio

Acabo de leer en un periódico tinerfeño -versión digital del lunes, 9 de enero- un llamativo artículo-editorial (“Comentario de El Día”) cuyo antetítulo es “Libertad para Canarias”, y con titular no menos impactante: «Canarias no puede exigir nada mientras sea una colonia». Lo llamo impactante y digo bien, en cuanto que impactar es ‘conmover el ánimo hondamente’, y lo cierto es que no me ha dejado indiferente, impasible o frío, muy al contrario, me invita a escribir.

Y no es porque en él –con mi máximo respeto- el articulista-portavoz defienda la independencia de Canarias, sentimiento y opinión a los que tiene derecho en un Estado de libertades, tal como reconoce el Título Uno de la Constitución en su Capítulo Segundo, artículo 20.1.a. Y como se trata de un editorial en cuanto que es el comentario del periódico, tanto la empresa como su autor tienen mi reconocimiento por el ejercicio de tal derecho de expresión, por más que me reservo sobre sus ideas.

Porque el tema –y el sentimiento- del independentismo para Canarias no me son ajenos, toda vez que como estudioso de la literatura canaria y profesional de la enseñanza investigué y trabajé en el aula a los románticos canarios, movimiento el del Romanticismo que triunfó plenamente en la isla de Tenerife. Y en el apartado concreto del tema guanche, del aborigen, de la vida anterior a la conquista por la corona de Castilla -e incluso de aquel año- me sensibilizó, por ejemplo, el poeta Antonio Zerolo con “La cueva del rey Bencomo” (“Rey sin vasallos, como un alma en pena / recorro la comarca que fue mía”), poema en el cual el conquistador Lugo siembra de muerte los caminos insulares.

Y aunque estimo que nuestros románticos recrearon con fantasías una manera de ser y de pensar de los guanches con el objeto de recrear una hipotética nación canaria, lo cierto es que su concepción –insisto, romántica- inició los primeros movimientos si no independentistas, sí al menos autonómicos, como pretendió para Cuba y Canarias Nicolás Estévanez Murphy. Por eso estudié la hipotética influencia de tales poetas en el pensamiento independentista de Secundino Delgado y concluí que este, posiblemente, ni tan siquiera los había leído. No sé si la deducción final fue acertada, pero estudié con rigor su novela y todos los números de El Guanche conservados en el Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria, escritos desde Cuba o Venezuela.

Más: cuando publiqué un libro sobre consejos de guerra al apellido Sagaseta (iban a por ellos) y a Pedro Lezcano, dediqué un capítulo al movimiento «Canarias Libre» que, según la fiscalía militar en el juicio al que fueron sometidos varios canarios, estaba dirigido por Fernando Sagaseta «como depositario inicial de la idea y será el inspirador y el director».

Así pues, insisto, no es el contenido ideológico el que ahora quiero comentar, sobre el que deseo opinar, toda vez que se trata de eso, de planteamientos de ideas que son exquisitamente respetables en cuanto que forman parte de una manera de ser, de pensar y, por tanto, merecen mi máxima consideración. Porque lo que me interesa en este momento son voces y frases que se refieren tanto a una persona –el señor Rivero, presidente del Gobierno de Canarias- como a miembros del Gobierno y al propio partido que los engloba, es decir, Coalición Canaria.

La libertad de expresión a la que antes me referí es un derecho, dije, de la sociedad democrática. Y esta no solo tiene la facultad, sino que debe ejercerla con firmeza y contundencia en cuanto que a través de ella pueden denunciarse comportamientos impropios, por ejemplo, de quienes gobiernan. Y un periódico con más razón, puesto que ofrece a los lectores lo que deben ser coherentes, rigorosas y argumentadas opiniones, ya sea de quienes profesan o colaboran, ya de la propia empresa a través del editorial.

Y esa crítica que en algunos se convierte en lisonja –hipotético caso que hoy juzga un tribunal en Mallorca, por ejemplo- puede ser dura, mordaz, incluso crudamente impresionante, pero denuncia estados, situaciones, hechos o comportamientos no apropiados o, incluso, supuestamente delictivos. Gracias a esa prensa y a sus periodistas sabemos de «los presuntos» que abundan en las cosas políticas, bancarias… y a los cuales, por supuesto, se les debe la presunción de inocencia, también como legítimo derecho.

Por eso mi interés en que el propio periódico El Día –a lo mejor, hasta en un suplemento especial- nos dé a conocer la razones que supongo contundentes cuando afirma que muchos miembros de Coalición Canaria son «bolsilleros políticos», o que no hay razón de ser para que su dirección se mantenga, toda vez que es «sospechosa de movilizar fondos del pueblo en su propio beneficio». Y aunque la condición de «sospechosa» no implica acusación directa sino suposición o imaginación por conjeturas o indicios, como se trata de un partido que gobierna en Canarias tiempo ha y parece que con encanto (a sus pies se rindió el PP aunque hubo después desavenencias, y los psocialistas canarios están encantados hasta con sus silencios), el presentimiento del periódico no pasa desapercibido.

Y de su lenguaje directo tampoco escapa el señor Rivero, a quien –deduzco que simbólicamente- llama «perrito de compañía», «caniche de poca altura que mueve la colita cuando ve entrar a su dueño». Además, el adjetivo necio aplicado al señor presidente se tripite en construcciones: «político necio»; gobernante políticamente necio», «necio político». Y por más que parece una voz insultante, lo cierto es que significa ‘ignorante, terco, imprudente, obstinado’. Aunque también es verdad que, tal como se explica en el aula, muchas veces los adjetivos antepuestos no tienen el mismo valor que los pospuestos: es el caso de «pobre hombre / hombre pobre». Pues bien: en el texto aparece en ambas posiciones, aunque desconozco si hubo conciencia por parte del autor o, simplemente, evitó construcciones repetidas.

En conclusión: si el autor quiso impactar, lo consiguió, toda vez que el lenguaje directo así lo testifica. Aunque también existe en nuestra lengua lo que se llama el eufemismo, es decir, ‘manifestación suave de ideas frente a construcciones duras’ como, por ejemplo, «es un país de gente de color en vías de desarrollo» / «es un país de negros, subdesarrollado». Con todos mis respetos.