Entre la tempestad literaria y gráfica que ha desatado el follón catalán, se encuentra de todo. Cosas, estúpidas, cosas absurdas, cosas graciosas y una buena proporción, como no, de cosas sensatas, equilibradas. Yo, Chema Tante, que soy soberanista independentista y, sinceramente, creo que el concepto España es una entelequia, no dejo por eso de reconocer la lógica y las buenas intenciones allá donde las veo. Como en este texto, de muy edificante lectura, de Antonio Turiel que recomienda Alejandro Floría Cortés en THE OIL CRASH. Y comparto muy especialmente dos de las afirmaciones de Turiel. Una, sobre la exasperación que produce que las dos partes enfrentadas en el conflicto catalán no sean capaces de entrar a negociar (por más que también creo que hay que admitir que la negativa más férrea la impone el gobierno centralista español) Y, sobre todo, la angustia por la manera en que puedan evolucionar los acontecimientos. Porque estamos ante un fenómeno tan doloroso y aciago como el que ha ocurrido en Venezuela, la apertura de una brecha que separa con odio a las dos partes. Ese peligro involucra tanto a la sociedad española como a las de las restantes que componen este estado español. Y, a todo esto, como tambié recuerda Turiel, tantas y tan urgentes cuestiones que estamos dejando de atender por culpa de ese lío. Sin embargo, también creo que no se puede exigir a los pueblos que renuncien a su derecho a decidir por el chantaje que la administra el poder central. Espinos dilema.