¿Es ésta la nueva normalidad que viene?  - por Erasmo Quintana *

Si la mayoría de la gente no despierta, poco a poco iremos perdiendo todos nuestros derechos y libertades fundamentales. Esto lo digo porque nunca está el hombre más filósofo que en sus malos momentos. Lo que tanto ha costado a la Humanidad: sangre, sudor y lágrimas está en peligro. Vemos que nos imponen un camino hacia la deshumanización, y ni siquiera podemos caminar tranquilos por la calle, ni respirar adecuadamente; tenemos incluso que huir de las personas. Con la pandemia nos imponen restricciones, una nueva normalidad que se han sacado de la manga con la excusa de un virus que puede estar en cualquier parte y que se es incapaz de eliminar, porque ningún virus, ni ninguna bacteria se ha podido eliminar del planeta. Además, lo normal es que los humanos estemos rodeados de virus y bacterias, siempre ha sido así.

De cualquier manera, creo que sí hay cosas que están en nuestra mano mejorar. Y es hacer que la Derecha entre en razón, que cuando está en la oposición debe colaborar con quien tiene la obligación de gobernar, algo que la Izquierda ya ha practicado. Debería dejar a un lado el “acoso y derribo” a Pedro Sánchez. ¿Cómo es que no se da cuenta, Pablo Casado, del espantoso ridículo que hace oponiéndose a todo lo que viene del PSOE? Que el enemigo a batir, Casado, es el Covid-19, coño, que parece que tienes tu inteligencia herméticamente cerrada, como dijo El Diablo cojuelo. ¿A qué esperpéntica idea obedece tener de portavoz en el Congreso a una mujer que escupe odio, Cayetana Álvarez de Toledo, diciendo que el padre de Iglesias es terrorista? La gente ya empieza a cogerles miedo de tanto querer parecerse a Vox, que ya se lo tienen, con el tanto interés que han demostrado en ser tramontanos, ultraderecha y contra todo. Éstos tampoco caen en la cuenta de que se equivocan. Tendrán sus seguidores, que los tuvo siempre cuando eran integrantes del PP, pero olvidan que España no es lo que se dice de derechas y menos de extrema derecha. La política, en estos desgraciados días, cuando no es un medio de medrar y de satisfacer concupiscencias o codicias personales, es un deporte, un verdadero juego. Los ideales han desaparecido por completo.

Achacable al Gobierno puede ser que desde el principio de la pandemia, no se realizan autopsias sistemáticas e investiga el verdadero origen: vacunas antigripales masivas en la población y obligatorias en las Residencias de Ancianos, privadas en su mayoría. Si no se lucha en esta dirección no solo perderemos nuestra salud, sino algo más importante, nuestra dignidad, porque no hemos sido capaces de conservar aquello que nos  legaron nuestros antepasados con tanto esfuerzo.  

 Para empezar, si queremos salir, no nos pongamos la mascarilla cuando no tengamos que entrar a un lugar cerrado o con mucha aglomeración, y si nos la ponemos, no taparnos la nariz. Existe una Tesis Doctoral de 2004 de la Universidad Técnica de Múnich (Alemania), donde examina los efectos del uso de las mascarillas protectoras. La conclusión es aterradora. Inmediatamente después de ponérnosla (tipo quirúrgica) inhalamos nuestro propio CO2 más de lo normal. Los efectos negativos son tan significativos que el doctor solo pudo evaluar a los sujetos durante un período máximo de 30 minutos para no dañarlos. Los resultados concluían mayor cansancio, respiración más rápida, latidos cardíacos irregulares, mayor falta de concentración y reducción de habilidades motoras finas. Deberíamos negarnos a vacunarnos contra el coronavirus (nos inoculan esta cepa, y a toda la población no le va igual), y sí exigir la producción de productos sanos, saludables. Eliminar tanta azúcar en alimentos que nos producen diabetes; negarnos a las grasas añadidas, y se fomente la agricultura ecológica masiva en lugar de la transgénica.

Deberíamos exigir que se impongan Pruebas Previas de Reacción Alérgica antes de la aplicación de algún tipo de vacuna. ¿Por qué no se hace estas pruebas sabiendo que las vacunas han causado muertes y patologías de por vida a personas que han reaccionado alérgicamente? Recordemos los fallecimientos por vacunas contra la Polio; en la vacuna AZT a personas con VIH; en las del Papiloma en mujeres, incluso en las vacunas antigripales, que incorporan la cepa del virus y, como coadyuvante, una toxina para que los anticuerpos reaccionen. Por último: ¿la vacuna es la panacea?                                                                                                                   

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana