Yo, Chema Tante, proclamo que cuando el pandemónium coronavírico remita, muchas cosas tendrán que explicarse. En realidad, explicarlas, no; porque se entienden perfectamente, pero habrá que responder por ellas. A toda la tirijala de cuestionamientos por los planteamientos neoliberales que nos han dejado sin defensa frente a la agresión vírica, se añaden cosas infectas como ésta que comentan en EL PAÍS CANARIO. No tiene firma, aunque está en primera persona, pero ni falta que hace, porque las verdades que larga puede asumirlas cualquiera. Lo que ha hecho el socialista, dice él, presidente Torres y que han aceptado -alguno, quizá, sugerido- es repugnante. Colocar a un sujeto como Julio Pérez conocido por sus querencias con la empresa privada, salpicado por chanchullos varios, al frente de la sanidad pública y acompañarlo por Conrado Domínguez, otro que tal, es una fechoría que pasará a la historia. Y encima, Pérez, lo primero que hizo, con la arrogancia que le caracteriza, al asumir su nueva responsabilidad, fue reconocer que "las cosas estaban razonablemente bien". Y la verdad es que en Canarias la respuesta a la agresión vírica no ha sido peor que en otras partes. Desde luego, no justificaba el cese de la responsable. Lo dicho. Mucho que explicar. Lo malo es que en el Parlamento, quien únicamente podrá pedir es explicaciones es la insalla coalicionera ppera ciudadanera. El problema, otra vez, es el sistema.
Ramón Trujillo, coordinador de Izquierda Unida Canaria (IUC), afirma que el presidente Fernando Clavijo “debe exigir al empresario Pedro Luis Cobiella que devuelva la Medalla de Oro de Canarias, que recibió en 2007, porque Panamá no es una comunidad autónoma de España y, por lo tanto, tributar ahí es un antipatriótico acto de insolidaridad económica que, en cualquier caso, deberá ser premiado por el paraíso fiscal de turno”.
Premio Canarias en 2012, fue uno de los más célebres músicos isleños del último siglo y pilar del desarrollo cultural palmero