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viernes, 17 de mayo de 2024 00:37h.
indignidad
Política

Indignidad (Baltasar Garzón, sobre Federico Trillo, tambien Yrene Calais, 2013)

federico trillo

baltasar garzónCuidado que es difícil destacar, en un partido pleno de vllezas, un partido que es en sí mismo un paradigma de la ignominia, como personaje indigno. Pero Trillo, compitiendo con gentuallo como Wert, Aznar o Hernando, les saca ventaja. Un tipo que combina la chulería con el comportamiento rastrero. En EL PAÍS, Baltasar Garzón, experto en indignidades y víctima de ellas, glosa con acierto la figura de un sujeto cuya trayectoria en política debería ser execrada y estudiada en las facultades de Políticas y de Derecho, como ejemplo de lo que no se puede ni se debe hacer. Como complemento de esta lectura edificante de Garzón, les ofrezco examinar algunas de las entregas de la no menos edificante serie que Yrene Calais publicara en 2013 en ALERTA DIGITAL, "La historia de una gran mentira". Trillo, Federico, ppío, opusdeísta, sepulcro blanqueado, un fulano al que, si esto no fuera un estado de derecha, se le vetaría ocupar puesto público alguno. Ni embajada, ni Consejo de Estado, ni nada de nada.

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La indignidad de la beneficencia política - por Odalys Padrón

 

ODALYS PADRÓNLa dignidad humana es el derecho inherente que tiene cada ser humano de ser respetado y valorado como ser individual y social, con sus características y condiciones particulares, por el solo hecho de ser persona. Se oponen a la dignidad los tratos humillantes, indecorosos y discriminatorios.

Política
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La indignidad política a la máxima expresión: Carlos Alonso se promociona sobre el poblado del Pancho Camurria

SB-Noticias.- Muchos son los carteles preelectorales que los ciudadanos pueden encontrar por las carreteras canarias en estos días. La autopista Santa Cruz, dirección Norte de la isla es el mejor banco de pruebas. A lo largo de ella, se pueden contar numerosos carteles en los que se ven a aspirantes a diferentes administraciones, en su mayoría dirigentes de CC, que no dudan en pagar grandes sumas de dinero con tal de que la gente se quede con sus caras.