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viernes, 26 de abril de 2024 03:37h.

Desaparece la PAU, por fin - Nicolás Guerra Aguiar

"La Prueba de Acceso a la Universidad tiene los trimestres contados. El nuevo equipo del Ministerio de Educación culmina un proyecto cuya aplicación es inmediata. Así, al final de cada etapa (Primaria, Secundaria, Bachiller) los discentes tendrán que someterse a pruebas. Estas –le oí al señor ministro- nada tienen que ver con las viejas reválidas, obligatorias para los extintos Bachilleres Elemental y Superior. Y aunque es preciso esperar para leer la ley, lo cierto es que la PAU desaparece. Y me parece que con razón, pues tal como hoy está planteada, es la sinrazón."

Desaparece la PAU, por fin - Nicolás Guerra Aguiar

  La Prueba de Acceso a la Universidad tiene los trimestres contados. El nuevo equipo del Ministerio de Educación culmina un proyecto cuya aplicación es inmediata. Así, al final de cada etapa (Primaria, Secundaria, Bachiller) los discentes tendrán que someterse a pruebas. Estas –le oí al señor ministro- nada tienen que ver con las viejas reválidas, obligatorias para los extintos Bachilleres Elemental y Superior. Y aunque es preciso esperar para leer la ley, lo cierto es que la PAU desaparece. Y me parece que con razón, pues tal como hoy está planteada, es la sinrazón.

  Dicen muchos puritanos que aquella debe mantenerse porque es la única manera de controlar a los centros privados que, por su propia condición empresarial, son dados a «inflar» la nota media en el Bachiller. Porque hasta hace unos años, la calificación obtenida en esta etapa influía (50%) en la nota final de PAU (un alumno con media de 8,356 y 5,218 en la prueba, aprobaba con 6,787). Luego se redujo su influencia, bajó a un 40%, con lo cual el mismo alumno obtendría 6,444. Inmediata respuesta empresarial: si la influencia de la nota media de Bachiller se reduce, hay que subirla. Pero, salvo excepciones, en los institutos a lo más que se llega es a cerrar cantidades: un alumno de 5,256 quedaría en 5,350. Esto explicaría –tengo mis reparos- la noticia que dio el 14 de julio el periódico El Día: en el listado de las treinta mejores calificaciones de PAU en el distrito lagunero, veinte alumnos proceden de centros concertados y privados. (El anterior Gobierno del PSOE los subvencionó con el 59%. Pregunta: ¿dónde estudiaban los niños de sus altos cargos?).

  Obviamente hay otros considerandos que solo enumero: la empresa privada puede prescindir de alumnos díscolos, poco interesados e, incluso, limitados intelectualmente. Además, solo presenta a la PAU (junio) a los mejores, e incluso deja pendientes a algunos con calificación de cuatro, pues está en juego el prestigio profesional-comercial. Mas: su alumnado procede mayoritariamente de las clases alta y media, y muchos de ellos reciben apoyos ya en el centro (pagan), ya en sus casas (licenciados en paro). Por el contrario, los institutos son receptores –generalizo- de clases media-baja, baja, y entre ellos casi el cien por cien de hijos de inmigrantes, muchísimas veces con impactantes deficiencias y vacíos que obligan a ralentizar el normal desarrollo de las clases. Y en sus aulas se reflejan la realidad social, las gravísimas diferencias económicas y culturales, cuando no otro de los grandes problemas: apatía, la ley del mínimo esfuerzo, que muchas veces se ven compensadas por regalos de aprobados, dádivas de la propia Administración educativa aunque «no hayan dado un palo al agua» e, incluso, sin exámenes (y eso desmoraliza al profesional, claro).

  Tras muchos años en tribunales (desde los setenta), llegué a plantearme el rigor de aquella idea que justifica la PAU (se controla a las empresas privadas, y ante ella todos los aparentes «opositores» son iguales). Me parece que hay algo más, aunque suponemos cómo califican algunos centros privados. No obstante, por mi experiencia deduzco que en algunos miembros de la Universidad –de entre las ciento cincuenta mejores del mundo, solo escapa por los pelos una española-catalana, la de Barcelona- se impone un prurito académico-profesional para dejar claro que incluso los centros públicos deben ser controlados por ellos. Recuerdo cuando desde un Gobierno anterior alguien comentó que la Universidad no tenía por qué imponer tal prueba a los alumnos de instituto, a fin de cuentas sus profesores eran licenciados funcionarios. (Mäs: ¿para qué la PAU a un alumno que va a estudiar Derecho, Filología… si con el simple aprobado tiene plaza?). Y en caso de que la exigiera, la organización de las pruebas correspondería a la inspección y a los centros de Bachillerato. Obvio decir lo que espantó a sus defensores.

  Los institutos que imparten 2º de Bachillerato en sus modalidades son hoy, y muy a su pesar, meras academias preparatorias. Los programas de las asignaturas están tan definidos, marcados y restringidos que en Literatura, por ejemplo, solo se leen (excepciones hay, claro) concretos fragmentos literarios –uno de ellos saldrá en el examen- sin contextualizarlos en la producción a que pertenecen (generalizo), lo cual da visiones parciales y muy sesgadas de la producción escrita. Y en Arte se analizan muy específicas obras, pues una de ellas –y ninguna otra- caerá en la prueba. Más: si el alumno no maneja bien la opción A, tiene derecho a la B. Así, ya no solo se ha reducido al mínimo la materia, sino que puede limitarla aun más. Disparate.

  ¿Qué se consigue con la PAU? Afirmo con rotundidad que, en términos generales, los buenos alumnos del Bachiller no rinden al máximo, pues al menos la primera mañana no saben ni dónde tienen el bolígrafo, los salva su expediente. Los otros, los del cinco raspado, nada se juegan. Por tanto, distensión y relajamiento frente a alteraciones cardíacas de quien necesita el 8.752 para obtener plaza en su vocación profesional… con exámenes a lo largo de tres días en sesiones de mañana y tarde.

  No, tal como hoy está organizada, la PAU no sirve para nada, ni tan siquiera para los hipotéticos inflamientos en las notas medias de algunos centros privados. Estoy seguro de que si a los institutos se les dejara plena autonomía en 2º de Bachillerato –con rigurosos controles por una inspección seria e implacable-, y no dependieran de su hechura como academias preparatorias para la PAU, el rendimiento sería otro. Y en caso de pruebas de acceso a algunas facultades, que sean estas las que regulen todo el proceso.

También en:

http://www.infonortedigital.com/portada/component/content/article/15621-desaparece-la-pau-por-fin

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=270306