Dos ancianos de 90 y 87 años, Sinforiano y Pilar, están a punto de ser desahuciados de su casa de toda la vida y no podemos consentirlo. Más sangrante aún es saber que son víctimas directas de la burbuja inmobiliaria y del afán de hacer negocio de la mismísima iglesia. Los terrenos en los que su casa y otras se edificaron fueron donados en los años 50 por un feligrés para que la iglesia los destinara a personas necesitadas. Y gracias a esta donación y al dinero de los fieles, se construyeron las viviendas que se convertirían en el hogar de esta y otras familias. Hogar que sólo dejaría de serlo en el momento que estas personas salieran de esa situación de necesidad.

Pero llega la locura de la burbuja inmobiliaria y la iglesia ve oportunidad de hacer negocio con estas viviendas. En pleno desenfreno especulativo vende para su lucro unos terrenos que le fueron cedidos para ayudar a los demás. Todo sin pensar la situación de desamparo en que quedaban esas personas mayores que llevan viviendo allí toda la vida. El negocio era más importante que los seres humanos, es el drama diario de los desahucios.

La empresa IVECO ha tratado de echar a las familias de sus viviendas desde el mismo momento en que se convierte en propietaria de los terrenos. Pero como a veces, y sólo a veces, la justicia es justa, los juzgados frenaron sus planes. Pero como la mayor parte de las veces la justicia no es justa ni igual para todos, nos encontramos con que a varias familias se les reconoce el derecho a permanecer en las viviendas como indica la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Las Palmas “hasta venir a mejor fortuna” mientras al matrimonio de Sinforiano y Pilar no. Los porqués de algunas actuaciones de jueces y abogados se nos escapan, sabemos de sobra, por nuestra propia experiencia, que una vez que entramos en un juzgado dejamos de ser personas para convertirnos en “papeles” de letrados que, como la mayoría no podemos pagar, no se preocupan lo que debieran por nuestra defensa y de funcionarios y jueces para los que somos un expediente más del montón. En este caso el asunto roza lo tragicómico con letrados que dejan pasar plazos, que anuncian que van a renunciar antes de ni siquiera ver el expediente y que amenazan a su propio cliente con unas costas a las que puede ser condenados cobrando una pensión mínima por el mero hecho de defenderse.

Iveco quiere desahuciar a Luis ese mismo día 2º intento , el 1º lo paramos el 11 de abril.

Nos negamos a seguir permitiendo sin alzar la voz que se prime el derecho de una empresa o el afán de lucro de cualquier entidad, aunque sea la santísima iglesia, sobre los derechos humanos. Ningún contrato puede permitir que se eche a la calle a morir a dos ancianos. Si queremos ser algo parecido a un ser humano, debemos levantarnos contra el despojo de derechos al que estamos siendo sometidos. 

¡¡ No toleramos ni un desahucio más !!